Piernas cansadas e insuficiencia venosa: síntomas, causas, tratamiento y prevención
Tobillos y pies hinchados, pesadez, hormigueo, ardor, calambres, piel reseca, varices… el síndrome de las piernas cansadas o enfermedad venosa es uno de los trastornos más comunes en la actualidad (y la enfermedad vascular más frecuente) debido a la suma de factores como el aumento del sedentarismo, el teletrabajo, la alimentación incorrecta y hábitos nocivos como el tabaco y el alcohol.
Según los datos del Estudio DETECT realizado en atención primaria (AP) en 2006, el 71% de la población española mayor de 16 años presenta algún signo o síntoma de enfermedad venosa crónica (EVC). Por su parte, el estudio Vein Consult Program, realizado en centros españoles de Atención Primaria, determinó una prevalencia de enfermedad venosa crónica de un 48,5%. Además, otros estudios revelan que esta enfermedad vascular afecta más a mujeres (casi cinco veces más que a los hombres), con un pico de incidencia entre los 40-49 años.
Según el II Estudio CinfaSalud Percepciones y hábitos de las mujeres españolas en relación a la salud de sus piernas y la IVC, publicado en 2018, resultado de un cuestionario online en el que participaron más de 2000 españolas de entre 30 y 60 años, los síntomas más comunes que experimentan las mujeres afectadas de problemas circulatorios en las piernas son la pesadez (47,3%), el dolor (39,7%) y los calambres (33,6%), cuya intensidad se acentúa con el paso de los años y durante el embarazo. Estos síntomas se materializan en otros problemas como acabar con las piernas muy cansadas (79,7%), no poder estar mucho tiempo de pie (55,1%), tener dificultades para dormir (53,5%) o sentir vergüenza de enseñarlas (33,3%).
A pesar de todos estos datos, la enfermedad venosa está infradiagnosticada e infratratada en todos los niveles asistenciales, porque solo se presta atención sanitaria cuando la persona acude a consulta y, por desgracia, suele hacerlo cuando los síntomas están ya muy avanzados.
Por eso es muy importante que conozcas los síntomas de las piernas cansadas y la insuficiencia venosa, sus causas, qué puedes hacer para prevenirla y aliviar sus síntomas, y que vayas al médico en cuanto los sufras, para evitar que avancen y se agraven.
Concepto y síntomas de la insuficiencia venosa
La insuficiencia venosa es un trastorno que afecta al sistema circulatorio de las piernas, dificultando el flujo normal de la sangre hacia la parte superior del cuerpo, y que se manifiesta con los siguientes síntomas:
Pesadez en las piernas
Rigidez, falta de flexibilidad, cansancio, torpeza al caminar y sensación de que puedes caerte con facilidad.
Dolor en las piernas
Se caracteriza por ser difuso, no localizado y con una intensidad variable, que suele aumentar cuando se está parada durante mucho tiempo (bipedestación prolongada) y cuando hace calor.
Calambres musculares
Los calambres son contracciones involuntarias de los músculos, que provocan un dolor muy molesto; suelen aparecer de noche, cuando se ha hecho un esfuerzo durante el día y con el calor.
Hinchazón y edemas
La hinchazón de las piernas (por la mala circulación de la sangre) y los edemas (acumulación de líquidos) también es uno de los principales síntomas del síndrome de las piernas cansadas y de la insuficiencia venosa. Su intensidad es variable, aunque se agrava cuando estamos mucho tiempo de pie y durante el embarazo y tras la menopausia. Si quieres comprobar si los padeces, dos de los signos más visibles son la marca de las medias o calcetines en la piel y la dificultad para ponerse los zapatos.
Hormigueo y picor
Sensación de opresión, quemazón, pinchazos, latidos o cosquilleo (que suele describirse como si corrieran hormigas por debajo de la piel). Suelen mejorar con el frío y agravarse con el calor. A veces, esa sensación de hormigueo y entumecimiento evoluciona a picor o prurito.
Parestesias nocturnas
Sensación de hormigueo, entumecimiento, picor o quemazón en las piernas durante la noche.
Deshidratación de la piel
El exceso de sangre retenida causa un aumento de temperatura que, a su vez, deshidrata la piel, que se siente enrojecida, seca y tirante.
Arañas vasculares y varices
Las arañas vasculares y las varices son el síntoma más evidente de la insuficiencia venosa. Las primeras son venitas de color rojizo o violaceo con forma de telaraña de entre 0,5 y 1 mm de diámetro, que no suelen causar molestias; mientras que las varices son venas más hinchadas, grandes y retorcidas, que pueden llegar a doler y picar.
Alteraciones cutáneas
Cuando la insuficiencia venosa se agrava o convierte en crónica, suele aparece hiperpigmentación (oscurecimiento parduzco de la piel del tobillo, que puede extenderse al pie o a la pierna), eccemas, inflamación y endurecimiento de la piel, y úlceras venosas.
Causas del síndrome de piernas cansadas y de la insuficiencia venosa
Genética
El factor genético y hereditario influye de manera determinante en la aparición de la insuficiencia venosa. De hecho, el proyecto GAIT (Genetic Analysis of Idiopathic Thrombophilia), dirigido por la Unidad de Genómica de Enfermedades Complejas, la Unidad de Hemostasia y Trombosis, y el Grupo de Investigación de Angiología, Biología Vascular e Inflamación del Instituto de Investigación Biomédicas Sant Pau (IIB-Sant Pau) en Barcelona, estima que «el 97% de la variación en la susceptibilidad a desarrollar esta patología es atribuible a factores genéticos».
Edad
A partir de los 50, el revestimiento elástico de las venas se debilita y hay un peor funcionamiento de las válvulas anti-retorno, lo que aumenta la posibilidad de que estas se dilaten provocando una circulación venosa deficiente.
Sexo
Tanto el síndrome de piernas cansadas como la IVC son más frecuentes en las mujeres porque las variaciones hormonales (características de nuestro sexo) provocan la dilatación de las venas, pesadez y retención de líquidos, especialmente durante el embarazo y la menopausia.
Embarazo
El 81% de las españolas encuestadas en el II Estudio CinfaSalud afirma sufrir síntomas de IVC durante el embarazo; los más frecuentes son la hinchazón de las piernas (59,5%), la pesadez (46,7%) y los calambres (29,4%).
Estos síntomas, sumados a otros como los edemas, arañas vasculares y varices, suelen aparecer a partir del segundo trimestre debido a factores como los cambios hormonales, el aumento de peso y del volumen de la sangre, la compresión del feto sobre el territorio venoso y la disminución del ejercicio físico.
Sobrepeso
El sobrepeso y la obesidad aumentan el riesgo de insuficiencia venosa debido a que los tejidos grasos aumentan la presión en las piernas, comprimen las venas y ralentizan el retorno venoso. Por ejemplo, una mujer con un Indíce de Masa corporal (IMC) superior a 27 presenta un riesgo del 39% de sufrir varices.
Además, el sobrepeso y la obesidad complican el diagnóstico de las varices en una fase temprana, ya que estas son menos visibles y se suele ir al médico mucho más tarde que las mujeres con un peso medio, por lo que hay un riesgo mayor de que los síntomas avancen sin ser conscientes de ellos hasta que son graves.
Sedentarismo
El sedentarismo aumenta el riesgo de insuficiencia venosa porque disminuye la función de la bomba muscular (conjunto de músculos que ayudan al corazón en la circulación sanguínea) y también debilita la musculatura.
Posturas
El sedentarismo está íntimamente relacionado con algunos de los trabajos actuales, que nos obligan a estar sentados o de pie durante toda la jornada laboral, dificultando el retorno venoso.
Calor
El calor es uno de los factores de las piernas cansadas y la insuficiencia venosa porque dilata las venas, dificultando al circulación. De ahi que la mayoría de las cremas para tratar este trastorno tengan efecto frío.
Alimentación
Determinados alimentos potencian la insuficiencia venosa porque favorecen la retención de líquidos, aumentan el volumen de la sangre, dilatan los vasos sanguíneos o elevan los niveles de glucosa y la grasa acumulada y el colesterol.
Los más perjudiciales son la sal (incluyendo alimentos procesados y los salados previamente, como frutos secos, aperitivos, salazones, aceitunas, etc.) y las grasas trans y saturadas (bollería industrial, precocinados, salsas, fritos, mantequilla, nata, quesos grasos, curados y semicurados, embutidos y carne con grasa). Por otro lado, la deficiencia en determinadas vitaminas y nutrientes también puede causar o agravar este trastorno.
Alcohol
El alcohol puede tener efectos devastadores en la salud de nuestras piernas, ya que aumenta el ácido fólico y disminuye la capacidad de los riñones para filtrar y manejar electrolitos como el sodio y el potasio, lo que se traduce en edemas, hinchazón de pies y piernas, calambres y dolores musculares.
Por otro lado, el consumo excesivo de alcohol puede causar neuropatía alcohólica o daño en los nervios, cuyos síntomas pueden incluir debilidad muscular, calambres, dolor, espasmos y sensaciones anormales como entumecimiento y pinchazos (como de agujas).
Tabaco
La nicotina afecta a la elasticidad de los glóbulos rojos dificultando que la sangre pase por los vasos sanguíenos más finos, aumenta la viscosidad de la sangre, daña las arterias y causa vasoconstricción (estrechamiento de los vasos pequeños y los capilares), entorpeciendo la circulación sanguínea.
Hábitos para prevenir las piernas cansadas y la insuficiencia venosa
Aunque hay algunos factores que no pueden controlarse (edad, genética, embarazo, enfermedades…), otros sí pueden evitarse si adoptamos un estilo de vida más saludable y los siguientes hábitos diarios:
Ropa holgada
Evita la ropa ajustada o ceñida (especialmente calcetines, medias y pantalones) de tejidos artificiales y no transpirables.
Calzado
No uses zapatos estrechos, de materiales artificiales y con tacón; los ideales son que tengan un tacón de unos 3-4 cm, sean cómodos, flexibles, transpirables y de materiales naturales. Anda descalza, es muy beneficioso ya que mejora el sistema linfático y la circulación sanguínea, estimula la musculatura de los pies y los relaja.
Es muy importante que lo hagas de la manera adecuada: sobre una superficie que absorba el impacto (hierba, tierra, arena, alfombra) durante, al menos, una hora al día, y que luego los laves bien para prevenir infecciones por hongos, bacterias y virus, como el pie de atleta o la tiña.
Si tienes algún problema, consulta con tu médico si este hábito es bueno para ti y cómo hacerlo; por ejemplo, en los casos de fascitis plantar, caminar descalza sobre superficies duras puede agravarla, y si tienes pie diabético, deberás extremar las precauciones para evitar infecciones y heridas.
Calor
Prescinde de los baños con agua muy caliente, los jacuzzis, las saunas y tomar el sol en las horas de más calor, así como ponerte cerca de radiadores y estufas.
Higiene
Cuando te duches, hazlo con agua tibia y termina con agua fría, describiendo con el chorro círculos ascendentes desde los pies hasta los muslos.
Posturas
Intenta no pasar muchas horas de pie sin moverte, sentada sin levantarte de la silla o con las piernas cruzadas. Si no te queda más remedio por el trabajo, haz ejercicios para estimular la circulación; en especial mover y flexionar los dedos de los pies y los tobillos, y estimular los gemelos (caminar, mover los pies de un lado a otro, ponerlos de puntillas, estirar las piernas hacia el frente, etc.). Cuando estés en casa, camina, haz ejercicios para activar la circulación, pon las piernas en alto cuando estés sentada y duerme con ellas elevadas unos 10-20 cm (sobre un almohadon es ideal).
Automasajes
Date masajes (al menos dos vez al día) con una crema o gel de efecto frío, desde el pie hasta la cadera, con movimientos ascendentes.
Ejercicio
Haz natación, camina o pedalea, al menos, durante media hora diaria; no solo mejora la circulación sanguínea en general, también activa la bomba muscular y el retorno venoso en las piernas.
Deja de fumar
Las sustancias nocivas del tabaco no solo dañan la circulación de tus piernas, también aumentan el riesgo de sufrir cáncer (incluyendo el cáncer de mama), ataque al corazón, ictus (primera causa de muerte femenina), diabetes y (como vimos en este artículo sobre los Efectos del tabaco en la sexualidad femenina y el suelo pélvico), otros problemas graves en la salud femenina como hipertonía, incontinencia urinaria y fecal, sequedad vaginal y atrofia genital, trastornos menstruales (reglas irregulares, amenorrea), adelanta la menopausia (entre uno y cuatro años), duplica el riesgo de sufrir embarazos ectópicos (fuera del útero), aumenta un 28% el riesgo de aborto espontáneo e incrementa las posibilidades de un parto prematuro y de dar a luz a un bebé muerto.
Controla tu grasa corporal
Para saber si tu peso no es el adecuado, utiliza el índice de masa corporal (IMC), un indicador simple de la relación entre el peso y la talla, que se calcula dividiendo el peso en kilos de una persona entre su talla en metros al cuadrado (kg/m2); si es igual o superior a 25, padeces sobrepeso, y si es igual o superior a 30, obesidad. Si es tu caso, consulta con tu médico para que diagnostique su origen (cambios en el metabolismo, genética, enfermedades, alimentación inadecuada, sedentarismo, etc.) y te prescriba el tratamiento adecuado.
No lo dejes pasar, el sobrepeso afecta al organismo en todos sus sistemas y funciones, incrementando significativamente el riesgo de padecer no solo insuficiencia venosa, sino también diabetes, hipertensión, colesterol, diabetes, ictus (primera causa de muerte femenina), trastornos cardiovasculares (como un infarto) y también afecta a nuestra salud reproductiva (anovulación o ausencia de ovulación, el síndrome del ovario poliquístico o SOP, esterilidad, partos problemáticos, abortos y cáncer en los órganos reproductivos) y a nuestro suelo pélvico (vejiga hiperactiva, incontinencia urinaria y fecal, y prolapso o caída de órganos internos).
Dieta para prevenir las piernas cansadas y la insuficiencia venosa
Alimentos beneficiosos:
- Alimentos que reducen el colesterol «malo»: soja y todos sus derivados (incluyendo la lecitina, considerada el alimento anticolesterol por excelencia junto con el aguacate), avena, frutas (aguacate, ciruelas, manzanas, naranjas, peras y plátanos), legumbres (soja, frijoles, garbanzos, habas, lentejas), verduras y hortalizas (ajo, berenjenas, espinacas, guisantes), frutos secos (en especial, las nueces de Macadamia, seguidas por las almendras, nueces y pistachos) y el té rojo.
- Alimentos diuréticos: verduras (acelga, alcachofa, apio, berenjena, calabacín, cardo, cebolla, espárrago, espinaca), frutas (ciruela, limón, melón, pera, piña, plátano, sandía, tomate, uvas). También es muy importante beber entre 1.5 y 2 litros de agua, zumos, jugos y caldos, ya que favorecen la eliminación de toxinas y de líquidos.
- Especias. También son muy beneficiosas la cúrcuma y el jengibre: la cúrcuma tiene propiedades antisépticas, antiinflamatorias y antioxidantes, por lo que reduce la hinchazón, el dolor y la sensación de pesadez y opresión; en cuanto al jengibre, además de ser antiinflamatorio y analgésico, también contiene minerales como el fósforo y el calcio, que previenen calambres, espasmos y dolores musculares.
- Vitamina C. Favorece la circulación, fortalece las venas y los capilares sanguíneos, reduce la hipertensión y previene la acumulación de grasa y colesterol. Los alimentos que más vitamina C contienen son: frutas (fresa, kiwi, lima, limón, naranja, mango y tomate) y verduras (pimiento rojo y verde, brócoli, coliflor y repollo).
- Vitamina E. También mejora la circulación en las piernas, ya que dilata los vasos sanguíneos para permitir el flujo de sangre. Los alimentos que más vitamina E contienen son aceites vegetales y de semillas, almendras, avellanas, germen de trigo y de maíz, nueces y semillas de girasol.
- Antioxidantes. Los antioxidantes protegen las células de las paredes de las venas y los capilares, previenen o retrasan los daños causados por los radicales libres a las células y algunos como los flavonoides también contribuyen a la regeneración de los tejidos y favorecen la circulación. Además de alimentos ricos en vitamina C y E (que también son antioxidantes), toma ajo, alcachofas, canela, chocolate negro, frutos del bosque (arándanos, frambuesas, moras), manzana, patata, semillas de sésamo, lino y chía, uvas rojas y zanahorias.
- Ácidos omega 3. Este tipo de ácidos grasos aumentan el colesterol «bueno», reducen la inflamación y favorecen la circulación sanguínea. Los alimentos que contienen mayor cantidad de omega-3 son pescados (salmón salvaje, sardinas, caballa, jurel, anchoas y atún), semillas (chía, lino y calabaza), nueces, aceite de canola, brócoli, soja y sus derivados.
- Potasio. Este mineral equilibra el balance de agua en el organismo, ayudando a la eliminación de líquidos y sustancias tóxicas, contribuye a la salud muscular y además es antioxidante. Los alimentos más ricos en potasio son: especias (albahaca, eneldo, pimentón, comino, azafrán, orégano y curry), frutas (plátano, aguacate, papaya), legumbres (alubia blanca) y verduras (hojas de remolacha, acelga y espinaca) y tubérculos (patata y batata).
- Magnesio. Este mineral contribuye al correcto funcionamiento de los músculos, y su deficiencia puede provocar hipertensión, problemas musculares (calambres, hormigueo, entumecimiento), cansancio y debilidad. Los alimentos más ricos en magnesio son: cúrcuma, frutos secos (almendras, avellanas, cacahuetes, pipas de girasol, pistachos, semillas de calabaza), legumbres (soja, garbanzos y judías blancas), bulgur, cebada, germen de trigo, quinoa, avena y verduras de hoja verde (acelgas, alcachofas, espinacas).
MUY IMPORTANTE. Es necesario que consultes a tu médico cuál es la cantidad diaria recomendada (CDR) de cada vitamina y mineral, y si es aconsejable que tomes suplementos vitáminicos o, por el contrario, que los obtengas directamente de los alimentos. Por otro lado, la CDR no es la misma durante el embarazo y tras la menopausia. Si ya la has pasado, en este artículo encontrarás las vitaminas y minerales que previenen y combaten los trastornos de la menopausia, y los alimentos que los contienen en mayor cantidad.
Alimentos perjudiciales:
- El sodio. La sal como condimento y alimentos procesados y los salados previamente, como frutos secos, aperitivos, salazones, aceitunas, etc.
- Las grasas saturadas y las grasas trans: bollería industrial, alimentos precocinados y procesados, salsas, fritos, determinados productos lácteos (mantequilla, nata, quesos grasos, curados y semicurados), embutidos, carne grasa (panceta, tocino, casquería, fiambres) y azúcar refinada (incluyendo las bebidas azucaradas y los refrescos).
- Alcohol. Es recomendable que dejes de tomar alcohol o lo reduzcas a la cantidad máxima recomendada para una mujer: 355 ml de cerveza (un tercio o una lata), 148 ml de vino (una copa) o 44,36 ml de licor (ídem). Si tienes problemas de salud, consulta con tu médico si deberías dejar de beber.
Fitoterapia:
- Algunas plantas medicinales tomadas en infusión diariamente ayudan a nuestro cuerpo a desintoxicarse, eliminar líquidos, reducir la hinchazón y la inflamación, y mantener el tono de las paredes venosas. Las más recomendadas son el ginkgo biloba, el castaño de indias, el rusco, la vid roja, la centella asiática, la cola de caballo, el té rojo y el té verde.
ADVERTENCIA. Si estás embarazada, es muy importante que consultes con tu médico si puedes tomar estas infusiones; los tratamientos herbales pueden ser muy peligrosos para la salud de la madre y la del feto, porque pueden causar abortos, malformaciones genéticas o embarazos prematuros; además, es difícil determinar la peligrosidad de algunas plantas durante el embarazo y la lactancia debido a la falta de estudios sobre el tema y las características propias del organismo de cada mujer; por ello, la mayoría de los tratamientos medicinales (incluyendo las infusiones) se desaconsejan en estas dos etapas y otros se prohiben.
Lo mismo es aplicable a las especias y condimentos; no debemos olvidar que provienen de las semillas o cortezas de ciertas plantas aromáticas y que por ello deben evitarse durante el embarazo ya que pueden resultar perjudiciales para la gestante y su bebé, como, por ejemplo, la cúrcuma, la albahaca, el orégano y el azafrán. Si quieres más información sobre los daños que pueden causar los productos herbales, cafeína, especias e incienso durante el embarazo y la lactancia, puedes encontrarla en este artículo.
Tratamiento del síndrome de piernas cansadas y de la insuficiencia venosa
El tratamiento dependerá de la causa y la evolución o gravedad de los síntomas, por eso de muy importante que si sientes pesadez, dolor o sensaciones anormales (hormigueo, ardor, etc.), calambres o hinchazón, vayas cuanto antes a tu médico para que te haga un diagnóstico preciso y te prescriba el tratamiento adecuado. Este puede consistir en medidas fisicoposturales (hidroterapia, drenaje linfático, fisioterapia), tratamiento farmacológico y medias compresivas.
La dieta y los hábitos para prevenir las piernas cansadas y la insuficiencia venosa (automasajes, ejercicio, calzado, etc.) también te ayudarán a aliviar los síntomas y reducirlos.
No lo dejes pasar: por un lado, la insuficiencia venosa puede avanzar hasta hacerse crónica o causar otros trastornos más graves; por otro, sus síntomas también pueden tener otro origen distinto como la enfermedad arterial periférica o enfermedades musculares (que, a su vez, pueden deberse a causas tan diversas como alteraciones hormonales, infecciones, distrofias o enfermedades metabólicas). Cuida tus piernas.
Fuentes:
Eduardo González. Estudio CinfaSalud sobre piernas e insuficiencia venosa crónica. 13 septiembre, 2018. Consultado el: 05/10/2023. Disponible en: https://cinfasalud.cinfa.com/p/estudio-cinfasalud-insuficiencia-venosa-cronica/
Escrito y actualizado por Dr. Gonzalo Ramírez – Psicólogo y Médico General en noviembre de 2019. Revisión médica por Dr.ª Clarisse Bezerra – Medicina Familiar, en noviembre de 2019.
Piernas cansadas: causas y cómo aliviarlas. Consultado el: 05/10/2023. Disponible en: https://www.tuasaude.com/es/piernas-cansadas/
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Azcona, L. Insuficiencia venosa. Prevención y tratamiento. Farmacia Profesional, 2008, vol. 22. Consultado: 06/09/2023. Disponible en: https://www.elsevier.es/es-revista-farmacia-profesional-3-articulo-insuficiencia-venosa-prevencion-tratamiento-13129193
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Brenda B. Lennox es el seudónimo de una escritora con varios premios literarios a su espalda. La máscara que le permite mostrar su lado más salvaje en textos eróticos que destilan crudeza no exenta de humor negro y poesía. La firma que avala su compromiso con la sexualidad y la salud femenina en artículos para medios como Volonté o Intimina.