Causas de la falta de deseo y cómo abordarlas
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Todas las parejas evolucionan y con ellas, las relaciones sexuales. Es normal que el deseo sexual aumente y disminuya, porque depende de infinidad de factores de cada persona (biológicos, psicológicos, emocionales…) y de la pareja en sí (responsabilidades, hijos, problemas económicos…). Pero si el bajo deseo sexual (o la falta de deseo) afecta a la relación, es necesario encontrar su causa y solucionarla, para que no cause daño irreparable. En este artículo veremos cuáles son y las claves para enfrentarlas.
La crisis de los tres años
Cuando nos enamoramos, el deseo por el otro nos arrastra como si fuera una droga y, en cierto modo, lo es, debido a la novedad y al cóctel de hormonas que inunda nuestro cerebro; sobre todo la serotonina (neurotransmisor que regula el deseo sexual) cuyos niveles se disparan hasta tal punto de causar estados de felicidad y euforia similares a los subidones que provocan las drogas como el éxtasis o el LSD y una adicción similar.
Además, la serotonina está relacionada con otros neurotransmisores y hormonas como la dopamina, la noradrenalina, la feniltilamina, la oxitocina o «la hormona del amor» y la testosterona (implicados en emociones como la confianza, la ternura, el anhelo, la euforia y el placer), así que no es de extrañar que no podamos separarnos ni un momento (ni salir de la cama).
Pero este subidón hormonal tiene caducidad; concretamente tres años, momento en el que las parejas suelen sufrir su primera crisis, al preguntarse si ya no están enamoradas y si esa bajada de deseo el comienzo del fin de la relación. No, no tiene por qué serlo, salvo que lo único que les una sea el placer sexual y la diversión. Pero si hay cimientos sólidos, si existe deseo, cariño, ternura, amistad, complicidad, admiración (AMOR, en suma), la relación afectiva seguirá evolucionando a niveles más profundos, en los que el deseo se manifestará con diferente intensidad y de otras formas.
¿Cómo es vuestra falta de deseo?
Si tu relación está consolidada y uno de los dos (o ambos) siente una libido muy baja que afecta a vuestra relación, lo primero que deberías preguntaros es si esa falta de deseo es en general o solo entre vosotros.
Si la bajada de deseo es en general, puede que estés experimentando el trastorno de interés sexual femenino y él, el trastorno del deseo sexual hipoactivo masculino, disfunciones que se caracterizan por la disminución (o ausencia) de interés en la actividad sexual, de pensamientos o fantasías eróticas o sexuales y/o la falta de respuesta a la estimulación sexual, ya sea física (falta de lubricación o problemas de erección), ya sea mental o emocional, que causan malestar, insatisfacción y frustración.
Aunque hay diferencias entre el hombre y la mujer, el origen de estos trastornos puede ser fisiológico, psicológico, emocional o una combinación de los tres, con un claro componente hormonal.
En las mujeres, las alteraciones de los niveles de estrógenos (principal hormona sexual femenina) no solo afectan a nuestra excitación física (elasticidad y lubricación) sino también a la mental, ya que están vinculados con los neurotransmisores «de la felicidad» (endorfinas, oxitocina, serotonina), siendo mayor el deseo sexual cuanto mayor es su presencia en el organismo y viceversa.
En cuanto a los hombres, la causa de pérdida o falta de deseo sexual más relevante es el descenso de los niveles de testosterona, hormona principal masculina que cumple, entre otras funciones, la regulación de la excitación y el deseo sexual.
Por lo tanto, las oscilaciones de los niveles hormonales pueden afectar al interés sexual y a la excitación de manera puntual o de manera continuada en el tiempo.
¿Y qué provoca estas alteraciones en los niveles hormonales?
- Estados naturales: la andropausia, la menopausia y el embarazo.
- Enfermedades y disfunciones: trastornos vasculares, cardíacos y nerviosos, diabetes, endometriosis, disfunciones del suelo pélvico, vaginismo, hipogonadismo, sequedad vaginal, cirugía genital (como una episiotomía), fatiga, ansiedad y depresión, entre otros.
- Medicación: antidepresivos, anticonvulsivos, medicinas para la presión arterial, opiaceos y la quimioterapia.
- Hábitos perniciosos: en especial, alcohol, tabaco y alimentación deficiente.
Si la falta deseo sexual es en general, es muy importante ir al médico para que encuentre la raíz del problema y prescriba el tratamiento necesario.
Si no encuentra ningún trastorno, enfermedad, medicación, etc., o la falta de deseo es solo hacia la pareja, puede ser motivado por alguno (o varios) de los siguientes factores.
Problemas de comunicación
La queja más habitual en las consultas de los terapeutas de pareja es la falta de comunicación y los problemas psicológicos, emocionales y sexuales que provoca, como frustración, rencor, baja autoestima, ansiedad, distanciamiento y bajada del deseo sexual.
De hecho, una de las causas principales de la pérdida de deseo en una pareja es la ira o resentimiento hacia el otro (por ignorar sus necesidades o por ser demasiado crítico, exigente, dominante, pasivo o indiferente) que, de no solucionarse, puede acabar en una ruptura.
Un final doloroso que podría evitarse con la comunicación asertiva, que consiste en expresarnos de un modo directo, equilibrado, sincero y respetuoso, sin juzgar, criticar, presuponer o culpabilizar al otro, mostrándole al mismo tiempo respeto y empatía con lo que piensa, siente y necesita.
Por lo tanto, el primer paso para prevenir y solucionar los conflictos de pareja es expresar (y permitir que esta se exprese) los pensamientos, sentimientos, deseos (incluyendo, claro está, los sexuales) buscando un acuerdo beneficioso para ambos.
Estereotipos y educación sexual
La pornografía y la educación sexual restrictiva o inexistente han creado estereotipos que nos llenan de traumas, miedos y expectativas irreales e inalcanzables que debemos erradicar. Las mujeres hemos recibido durante toda nuestra vida mensajes negativos en torno a nuestra sexualidad, la libertad de disfrutarla o la edad «apropiada» para hacerlo; y los hombres, mensajes en los que se relaciona su virilidad e identidad con la potencia sexual, en los que se magnifica la penetración y el orgasmo, en los que se les exige ser máquinas sexuales perfectamente engrasadas, taladradoras y propiciatorias de orgasmos.
No es de extrañar que el miedo a no cumplir como se espera sea el responsable de un alto porcentaje de casos de falta de deseo y disfunción eréctil (en los hombres) y la culpa por sentir deseo sexual y los complejos físicos (es decir, no parar de pensar en el rol del espectador o cómo las ve su pareja durante las relaciones sexuales) de la falta de deseo y anorgasmia en las mujeres.
Es necesario que los hombres entiendan que «cumplir como se espera» es un concepto muy subjetivo que no tiene nada que ver con un polvo de película pornográfica y que las mujeres desterremos las culpas y dejemos de pensar que somos bichos raros o «putas» por querer satisfacer algo que es intrínseco a nuestra naturaleza
También lo es luchar contra la manipulación de los medios de comunicación que intentan convencernos de que una mujer es sexualmente deseable cuando se ajusta a un estereotipo determinado creado por una marca publicitaria o que un hombre debe tener el cuerpo de un actor porno (pene incluido).
Superar esta manipulación perniciosa no es sencillo, pero si queremos vivir nuestra sexualidad con plenitud debemos sustituir estos mensajes negativos por otros en los que sea vista como lo que es: algo natural, sano y enriquecedor.
Apatía y falta de erotismo
En general, cada vez tenemos menos ganas de disfrutar de nuestro erotismo y entregarnos a juegos sexuales. Somos menos imaginativos, menos proactivos. No fantaseamos, no nos excita lo que antes nos excitaba y nuestro deseo sexual se apaga poco a poco.
Uno de los motivos es la falta de estímulos sexuales; es decir, tenemos la mente tan centrada en otros asuntos que no percibimos lo que en otras circunstancias activaría nuestro deseo sexual, y esto acaba formando un círculo vicioso, porque cuantos menos estímulos proporcionamos al cerebro, menor será su capacidad para percibirlos y mayor la apatía sexual.
¿Cómo romper este círculo vicioso? Alimentando a nuestro cerebro con estímulos como literatura y cine erótico, conversaciones picantes, caricias, besos, juegos… Y no solo en pareja, también en solitario. Como vimos antes, la educación sexual restrictiva, los tópicos y los ideales inalcanzables que promueven medios como la publicidad, limitan el deseo femenino; por eso debemos redescubrir nuestro cuerpo, ahondar en nuestros deseos más ocultos, liberar la imaginación y la fantasía de la cárcel moral en la que las hemos encerrado.
Estrés, agotamiento y rutina
Las exigencias laborales, los problemas financieros, el cuidado de los hijos, las tareas domésticas… vivir en una sociedad hiperacelerada y plagada de exigencias nos cansa, debilita y enferma. El estrés, la ansiedad, el agotamiento y el insomnio hacen mella en nosotros, nos impiden disfrutar de la vida y pueden causar disfunciones sexuales y falta de deseo o excitación.
¿Cómo evitarlo? Priorizando las tareas urgentes, distribuyendo las otras a lo largo de la semana y dedicando tiempo a las áreas de nuestra vida que estamos descuidando y son esenciales para nuestro equilibrio emocional.
Tenemos que reivindicar un espacio personal para crecer, cuidarnos, mimarnos… sentirnos bien, en definitiva, y recuperar el equilibrio y la calma necesarios para disfrutar de la vida y del otro.
También debemos reivindicar el espacio de la pareja frente al trabajo, la familia y la sociedad; y comprometerse a fortalecer la relación, reforzar la intimidad y enriquecer la vida sexual, que no debe entenderse como sexo y penetración, sino como afecto, cariño, risas, ternura…
Algo tan sencillo como programar escapadas románticas periódicas, hacer alguna actividad (creativa, deportiva o de ocio) juntos, preparar una cena especial en casa, acariciaros mientras veis juntos una serie…
Mimar, cuidar y nutrir la relación para que no caiga en la rutina, en la monotonía, en el tedio que todo lo apaga. Para evitar que la monotonía se instale, es positivo experimentar cosas nuevas, profundizar en vuestras fantasías eróticas, reinventarse, siempre, claro está, desde la comunicación, el consenso y el respeto.
En resumen: es normal que el deseo sexual fluctúe a lo largo de una relación de pareja, pero si sentís que es un problema, es imprescindible que busquéis su origen y le pongáis solución, desde la comunicación, el respeto y el amor. En ocasiones, será imprescindible la ayuda de un profesional, ya sea un médico (si el origen es una enfermedad o un trastorno) o un terapeuta sexual o de pareja (si es psicológico o emocional). Ponedle solución. Vuestro amor lo merece.
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Gema Bocardo. Licenciada en Derecho, escritora y redactora. Apasionada de la criminología, la psicología y la sociología, ahonda en sus artículos sobre la importancia de conocerse a uno mismo y a los otros, y desarrollar habilidades efectivas de crecimiento personal, comunicación y relaciones.