Anorgasmia o ausencia de orgasmo: concepto, causas, tratamiento y consejos para prevenirla
Pequeña Muerte, llaman en Francia a la culminación del abrazo, que rompiéndonos nos junta y perdiéndonos nos encuentra y acabándonos nos empieza. Pequeña Muerte, la llaman; pero grande, muy grande ha de ser, si matándonos nos nace.
(La pequeña muerte. Eduardo Galeano)
El orgasmo o clímax suele definirse como una sensación intensa de placer físico y emocional, acompañada de contracciones rítmicas e involuntarias de los músculos del piso pélvico y de la liberación de neurotransmisores como la dopamina y la oxitocina (que provocan sensaciones de placer, emoción, felicidad, bienestar y calma), y las endorfinas (que tienen un efecto sedante y relajante). Pero el orgasmo también puede ser una experiencia de éxtasis, de liberación emocional, de comunión con uno mismo y el otro; no en vano los franceses lo llaman petite mort o pequeña muerte; grande, muy grande, en el fondo, como afirmó Eduardo Galeano.
No es extrañar que muchas mujeres sientan una profunda angustia, tristeza, frustración y culpa cuando llegar al clímax les resulta muy difícil o, directamente, imposible. Muchas, sí, de hecho, la anorgasmia es una de las disfunciones sexuales femeninas más comunes, junto con la dispareunia y una baja excitación sexual.
Concepto de anorgasmia y tipos
¿Qué es la anorgasmia?
La anorgasmia es una disfunción femenina que puede definirse como la dificultad o incapacidad para llegar al orgasmo, a pesar de haber habido excitación previa y una estimulación adecuada, que acaba generando malestar, insatisfacción y frustración.
Es muy importante remarcar dos aspectos de esta definición:
- La ausencia de orgasmo o la dificultad orgásmica suele darse después de una fase de excitación normal. Es decir, aunque la anorgasmia puede estar relacionada con otras disfunciones femeninas como la ausencia de excitación y/o lubricación, se considera que hay anorgasmia si ha habido deseo sexual, excitación previa y estímulos sexuales que deberían conducir a un orgasmo, pero este no se produce.
- No alcanzar el orgasmo o tener dificultades para alcanzarlo afecta psicológica y emocionalmente, causando sentimientos de angustia, tristeza, frustración y culpa.
Tipos de anorgasmia
- Anorgasmia primaria. Nunca se ha experimentado un orgasmo.
- Anorgasmia secundaria o adquirida. En el pasado se experimentaban orgasmos, pero no en la actualidad.
- Anorgasmia circunstancial o situacional. Solo se puede alcanzar el orgasmo con determinadas prácticas sexuales o con personas determinadas.
- Anorgasmia generalizada o absoluta. No se puede experimentar un orgasmo en ninguna circunstancia ni con ninguna persona.
La respuesta sexual humana
La organización biológica del sexo, responsable del comportamiento sexual, está conformada por la genética, el sistema endocrino (hormonal), los órganos genitales y el sistema nervioso, que mantienen entre sí un delicado equilibrio que puede quebrarse por factores tanto internos como externos, por lo que no solo las patologías físicas afectan a la sexualidad, también las emociones, la educación recibida, la sociedad y el bagaje vital.
El control del estímulo sexual y su respuesta conforma un círculo interactivo de influencias: todo comienza con un estímulo externo (vista, olfato, oído, gusto, tacto) o interno (imaginación) que desencadena un impulso que llega al cerebro en donde, a través de hormonas e impulsos nerviosos, se da la orden a los órganos sexuales para que haya una respuesta sexual.
Según los investigadores Masters y Johnson, la respuesta sexual humana, es decir, los cambios físicos y hormonales que se producen ante un estímulo sexual se dividen en cuatro fases: excitación, meseta, orgasmo y resolución. A nivel estrictamente biológico y genital, de la fase de excitación a meseta se produce un incremento paulatino de la circulación sanguínea, lubricación y tensión de los músculos del suelo pélvico. A medida que crece la excitación sexual, las paredes vaginales se ensanchan, alargan, lubrican y (al igual que los labios menores) adquieren una tonalidad rosa púrpura; y el clítoris aumenta de tamaño (su glande puede llegar a duplicar su volumen), provocando que los labios se separen.
En la fase meseta, la circulación sanguínea, lubricación y enrojecimiento de los tejidos alcanzan su punto álgido, mientras las paredes vaginales se estrechan y contraen gracias a la intervención de los músculos pélvicos.
En la fase de orgasmo, los músculos del suelo pélvico estrechan aún más la vagina y se contraen rítmicamente, intensificando el placer sexual y la calidad del clímax (aunque solo su relajación permitirá llegar al orgasmo en sí). Finalmente, en la fase de resolución o post-orgásmica, aunque la presión sanguínea desciende y los músculos se relajan, las mujeres podemos disfrutar de multiorgasmos con la estimulación adecuada.
Pero la respuesta sexual no solo depende de unos tejidos saludables, sino también del cerebro que, como hemos visto, tamiza los estímulos y da la orden al cuerpo para que reaccione o no a ellos. Y dependiendo de cómo matice e interprete el cerebro esos estímulos, el ser humano puede ver disminuido o aumentado su deseo sexual, responder ante un estímulo de manera positiva (excitándose gradualmente hasta alcanzar el clímax) o negativa (con dolor, ansiedad, angustia, culpa, miedo, etc.) o no responder en absoluto. Por ello, los especialistas coinciden en que las disfunciones sexuales (entre las que se encuentra la anorgasmia) suelen tener su origen en el cerebro, ya que procesa el aprendizaje cultural, personal y vital de la persona hasta el punto de magnificar o no la experiencia sexual.
Causas de la anorgasmia
La anorgasmia puede ser multifactorial, es decir, tener diversas causas físicas y psicológicas que suelen estar relacionadas. Por ejemplo, la dispareunia o dolor durante o después de la penetración puede dificultar o impedir el orgasmo (ser su causa, por lo tanto), y a su vez estar causada por afecciones físicas (como la endometriosis y los quistes ováricos) o por problemas psicológicos y emocionales. No obstante, para una mayor comprensión, los especialistas suelen clasificarlas en causas físicas y psicológicas:
Causas físicas
- Trastornos ginecológicos. Cirugías ginecológicas (histerectomía, episiotomía, oblación de clítoris), enfermedad inflamatoria pélvica.
- Disfunciones del suelo pélvico. Hipertonía e hipotonía.
- Medicación. Algunos medicamentos y tratamientos como los antidepresivos, antihistamínicos, antipsicóticos, sedantes y quimioterapia, entre otros, afectan al deseo sexual, disminuyen la lubricación y dificultan o impiden el orgasmo.
- Menopausia. La reducción de los niveles de estrógenos, característica de la menopausia, puede debilitar el suelo pélvico, reducir la excitación sexual y causar atrofia vaginal o vaginitis atrófica, cuyos síntomas son el adelgazamiento e inflamación de los tejidos vaginales y la disminución de la lubricación.
- Enfermedades. Esclerosis múltiple, la enfermedad de Parkinson, diabetes.
- Alcohol. Aunque una copa puede desinhibirnos sexualmente, el consumo excesivo de alcohol afecta a la excitación, lubricación, percepción del placer y, por lo tanto, a la capacidad para llegar al clímax.
- Tabaco. Las sustancias tóxicas que contiene el tabaco puede originar arteriosclerosis, aumentando el riesgo de padecer sequedad vaginal y atrofia genital (incluyendo al clítoris) que, a su vez, provocan relaciones sexuales dolorosas, disminuyen el placer sexual y retardan la llegada del orgasmo y su intensidad. Además, interfieren en los neurotransmisores que participan en la libido femenina, reduciendo la respuesta genital ante estímulos eróticos.
Causas psicológicas
- Experiencias traumáticas previas como relaciones sexuales y emocionales negativas, haber sido víctima de abuso físico, emocional y/o sexual durante la infancia y haber perdido traumáticamente a personas queridas.
- Factores emocionales. Baja autoestima, complejos, vergüenza, sentimiento de culpa por disfrutar del sexo, un nivel alto de exigencia, miedos (al embarazo, a las Infecciones de Transmisión Sexual, al daño emocional, al rechazo, al abandono, a perder el control, a no dar la talla, a ser juzgadas por nuestra vida sexual, etc.), problemas diarios (familia, dinero, trabajo), una educación sexual restrictiva y moralizante, etc.
- Problemas en la relación con la pareja como falta de conexión, incomunicación, conflictos sin resolver, maltrato físico o psíquico, etc.
- Problemas psicológicos como los trastornos de ansiedad, la depresión y el estrés.
Diagnóstico de la anorgasmia
Como hemos visto, las disfunciones sexuales pueden depender de numerosos factores interrelacionados, de ahí que para su diagnóstico y tratamiento sea necesaria la intervención de especialistas de distintas ramas de la medicina como la ginecología, fisioterapia, psiquiatría y sexología.
El médico de cabecera examinará tu historial clínico para determinar si el origen de la anorgasmia es principalmente fisiológico, analizando la medicación que tomas, tus antecedentes médicos (enfermedades, operaciones quirúrgicas, embarazo) y hábitos (alcoholismo, tabaquismo). Dependiendo de los indicios que encuentre, también te hará un examen físico (examen pélvico, ecografía, análisis, examen pélvico, etc.) para constatar que existe una causa física o anatómica para la ausencia de orgasmos o te derivará a un especialista.
Por otro lado, también es muy probable que te haga preguntas relacionadas con tu vida sexual y tu manera de ver el sexo, como las siguientes: ¿Desde cuándo padeces anorgasmia? ¿Nunca has tenido orgasmos?, ¿ni siquiera con la masturbación? ¿Has dejado de tenerlos de un tiempo a esta parte? ¿Te ocurre siempre o solo en algunas circunstancias, prácticas sexuales o determinadas parejas? ¿Te excitas y lubricas? ¿Sientes otros síntomas durante las relaciones sexuales como dolor, ardor o picor? En cuanto a tu percepción del sexo en general: ¿qué tipo de educación sexual has recibido?, ¿has sufrido alguna experiencia sexual traumática?, ¿cómo te sientes (avergonzada, insegura, miedosa…)?
Tratamiento de la anorgasmia
Las opciones de tratamiento de la anorgasmia dependerán de su origen y necesitará en muchos casos de la intervención de varios especialistas. A título meramente informativo, estos suelen ser los tratamientos más habituales:
- Medicación. Medicamentos específicos para la enfermedad que provoca las molestias (por ejemplo, diabetes) o cambio de fármacos (antidepresivos, antihistamínicos, etc.) si son los causantes de la reducción del deseo, lubricación o inhibición del orgasmo.
- Estrógeno vaginal. Entre los medicamentos para problemas concretos, se encuentran los tratamientos con estrógenos (tópicos o por vía oral) para las mujeres posmenopausicas que sufren atrofia vaginal. Sin embargo, no son recomendables porque incrementan el riesgo de sufrir apoplejías, coágulos de sangre en las piernas y en los pulmones, cáncer de endometrio y de mama ataques cardiacos, y demencia. Si es tu caso, pregunta por métodos alternativos, sigue estos consejos de alimentación y usa lubricante para facilitar las relaciones sexuales.
- Fisioterapia pelviana:. Cuando el origen de la anorgasmia es una disfunción del suelo pélvico, suele ser muy efectiva la fisioterapia pelviana con biorretroalimentación para entrenar y relajar los músculos de la pelvis, la reeducación postural y la electroterapia analgésica, así como terapias de insensibilización y relajación. En los casos de hipertonía o rigidez, también son muy efectivos los ejercicios de relajación del suelo pélvico y de la faja abdominal o core (como los que explicamos en este reportaje), ejercicios de Kegel inversos y automasajes.
- Terapias psicológicas. Terapias para el tratamiento de trastornos como el estrés, la depresión y la ansiedad, Terapia cognitiva basada en mindfulness, Terapia cognitivo-conductual y Terapia de pareja, entre otras.
Importancia del suelo pélvico en el disfrute sexual
El suelo pélvico es un conjunto de músculos y tejidos conjuntivos, con forma de puente colgante, que se encuentra en la parte inferior de la faja abdominal o core (núcleo, un sistema muscular con forma de corsé. Como hemos explicado en numerosos reportajes, el suelo pélvico cumple funciones tan relevantes como contener los esfínteres para que haya una correcta micción y defecación, sostener la vejiga, el útero, la vagina y el recto, controlar las contracciones involuntarias (que se producen cuando, por ejemplo, tosemos, reímos o estornudamos o tosemos) y otras relevantes a nivel reproductivo y sexual, como actuar como sostén durante el embarazo, facilitar el parto y controlar la sensibilidad de nuestros órganos sexuales, la excitación y la lubricación vaginales, la erección del clítoris y la intensidad de los orgasmos.
Este conjunto de músculos y tejidos puede padecer disfunciones que afecten gravemente la calidad de vida al provocar trastornos como la incontinencia urinaria y fecal, el prolapso o caída de órganos internos y otros relacionados con la vida sexual, como dispareunia, falta de excitación y lubricación y anorgasmia. Las dos disfunciones principales del suelo pélvico son la hipotonía y la hipertonía. La hipotonía pélvica, que se caracteriza por un suelo pélvico débil o poco tonificado, es una de las causas principales de la anorgasmia o falta de orgasmo, debido a que reduce la excitación sexual, la lubricación, la sensación placentera y las contracciones vaginales rítmicas que preceden y acompañan al clímax; mientras que la hipertonía o suelo pélvico excesivamente tonificado o rígido es la causa principal de la vulvodinia (ardor, irritación, molestia o dolor en la vulva, que dificulta o impide las relaciones sexuales) y la dispareunia (dolor intenso en la zona vaginal que se percibe como irritación, ardor y/o quemazón, durante o después de la penetración). Por otro lado, las disfunciones sexuales femeninas que cursan con dolor (como el vaginismo o la vulvodinia) provocan en muchas ocasiones anorgasmia, ya que este impide el placer y el orgasmo.
Por lo tanto, la salud del suelo pélvico es esencial para tener una vida sexual gratificante y, como vimos en este reportaje, también ocurre a la inversa: la excitación y el orgasmo lo fortalecen y tonifican.
Importancia de los ejercicios Kegel para la anorgasmia
Aunque algunos profesionales afirman que aproximadamente el 95% de las causas de la anorgasmia son de índole psicológica, no podemos olvidar los estudios del prestigioso ginecólogo estadounidense Arnold Kegel, inventor del perineómetro Kegel (un dispositivo que además de medir la actividad de los músculos del suelo pélvico , también los ejercitaba) y los ejercicios para tonificar el suelo pélvico (que también llevan su nombre), que revelaron que el 40% de las mujeres tratadas por anorgasmia tenían el suelo pélvico débil.
Los ejercicios de Kegel están considerados como el tratamiento más eficaz para tonificar y fortalecer el suelo pélvico debilitado, y también como los ejercicios más efectivos para prevenir esta disfunción. Si nunca los has hecho, en este artículo para principiantes explicamos cómo realizarlos y en este los errores más comunes que debes evitar para no dañarlo.
Una excelente manera de asegurarte de que estás haciendo los ejercicios Kegel de la manera correcta es utilizar ejercitadores específicos basados en la biorretroalimentación, ya que reconocerán el nivel de fuerza de tu musculatura pélvica y te guiarán para que realices una rutina de ejercicios con el ritmo y la duración adecuados a dicho nivel. Por el contrario, si ya eres una experta en realizarlos, las pesas vaginales de silicona de grado médico (hipoalergénica y biocompatible) te ayudarán a tonificar tus músculos pélvicos de manera eficiente.
Hábitos de vida saludables
Además de los ejercicios Kegel, los siguientes cambios en tus hábitos y rutinas pueden prevenir y reducir la anorgasmia:
- Combate el estrés y la ansiedad. Realiza actividades que fomenten tu creatividad y te hagan feliz, mantén el contacto con la naturaleza, practica actividades que te proporcionen equilibrio mental y emocional como el yoga o el taichí, recurre a la meditación para aprender a controlar tu mente y busca ayuda profesional si consideras que tienes un trastorno que afecte a tu salud mental como depresión o ansiedad.
- Reduce el sedentarismo. El ejercicio físico moderado mantendrá sanos tu cuerpo y tu mente, siempre que no esté contraindicado para ti y lo realices de la manera correcta. Para asegurarte de que es así, acude a tu médico para que examine tu estado de salud y determine si puedes realizarlo y si es el caso, consulta con un entrenador, evitando en lo posible el deporte de alto impacto y los ejercicios hiperpresivos, ya pueden dañar los músculos del suelo pélvico y el core o faja abdominal. Si quieres practicarlos, te recomiendo que leas este artículo con consejos para practicar este tipo de deporte y ejercicios y este sobre cómo relajar la musculatura pélvica y el core.
- Evita el sobrepeso y la obesidad. Si crees que tienes sobrepeso, no caigas en el error de ponerte a régimen ni hacer ejercicio por tu cuenta. Aunque el sedentarismo y una alimentación inadecuada influyen en el sobrepeso, también existen multitud de causas que lo provocan como la genética, determinadas enfermedades (hipotiroidismo), cambios en el metabolismo o problemas de salud mental (ansiedad, depresión, estrés…). Ve al médico para que te haga un diagnóstico personalizado y te prescriba el tratamiento que realmente necesitas.
- ¡Vicios fuera!. Deja el tabaco y el alcohol o, por lo menos, reduce su consumo.
Reconcíliate con tu sexualidad
Aborda tu relación de pareja
Si te cuesta alcanzar el orgasmo con tu pareja, analiza seriamente por qué te ocurre. ¿Rutina, problemas emocionales entre vosotros, prácticas sexuales que no te llenan o te disgustan? Una vez que lo tengas claro, habla con ella sobre lo que sientes, lo que te gusta y lo que te desagrada. La comunicación es la base de toda relación sentimental. También el consentimiento. Nunca hagas nada que te incomode por complacerla. Tampoco lo reduzcáis todo a la penetración y al orgasmo; los besos, las caricias y los juegos eróticos son un placer en sí mismos, no un medio para excitar, penetrar y llegar al orgasmo.
Mejora tu educación sexual
En pleno siglo XXI, todavía persisten multitud de tabúes y prejuicios en torno al disfrute del sexo, especialmente para las mujeres. Si has recibido una educación moral o religiosa restrictiva, probablemente te sientas en muchas ocasiones sucia, avergonzada y culpable. Combate estos tópicos perniciosos y reconcíliate con tu sexualidad. Es un derecho inherente a todo ser humano. Mereces tener una vida sexual plena y satisfactoria. Infórmate sobre sexualidad en sitios especializados, lee libros enfocados a la sexualidad femenina, acude a talleres… Toma las riendas de tu vida sexual.
Por otro lado, la educación sexual también te ayudará a combatir los tópicos sobre el sexo creados por la pornografía. Tan malo es sentirse sucia con el disfrute del sexo como sentirse inútil, inexperta o insuficiente. Muchos de los complejos que sentimos ante el sexo vienen de los cuerpos que muestra el porno (y también, claro está, la publicidad y su canon de belleza ideal, irreal e inalcanzable), delgados, jóvenes, con pubis totalmente depilados, y de las prácticas sexuales (rudas, gimnásticas, centradas en el coito y en el pene). No permitas que sigan engañándote.
Disfruta de tu erotismo
Conócete y disfruta de tu propio cuerpo a solas. Descubre tu sensualidad y erotismo. Ámate, mímate, acaríciate. Destierra la idea de que masturbarse es sucio o vergonzoso. Eres mujer y has nacido con un clítoris, órgano del cuerpo cuya única función es dar placer. ¿No crees que será por algo? Potencia tu imaginación. Explora tus fantasías. Y, sobre todo, no te obsesiones con el orgasmo. No te lo plantees como un reto. Disfruta del camino, del placer en sí mismo. Cuanto más te obsesiones con el clímax más difícil será lograrlo. Fluye y déjate llevar por las sensaciones.
Brenda B. Lennox es el seudónimo de una escritora con varios premios literarios a su espalda. La máscara que le permite mostrar su lado más salvaje en textos eróticos que destilan crudeza no exenta de humor negro y poesía. La firma que avala su compromiso con la sexualidad y la salud femenina en artículos para medios como Volonté o Intimina.