Atracción sexual durante los días fértiles
El momento de mayor fertilidad de la mujer, es decir, en el que puede quedarse embarazada, comprende un breve periodo de tiempo que empieza de tres a cinco días antes de que el óvulo es liberado y termina en las 24 horas siguientes.
Como os expliqué en el reportaje sobre el celo oculto, en esos días previos a la ovulación, nuestro cuerpo se transforma para resultar más deseable sexualmente y nos comportamos de un modo más seductor de una manera inconsciente, resultando más atractivas para los hombres.
Además, nuestro deseo sexual se dispara porque aumentan los niveles de estrógenos, hormonas que influyen en nuestra libido y en nuestro comportamiento emocional, al estar vinculadas con los neurotransmisores «de la felicidad».
Sí, a nivel biológico estamos más predispuestas a mantener relaciones sexuales con el deseo oculto de concebir un bebé y nuestro cuerpo emite señales que lo reflejan, pero precisamente por ello, nos volvemos mucho más selectivas a la hora de escoger al amante que se puede convertir en el padre de nuestros retoños y rechazamos a los que no cumplen con las características que reflejan la «calidad genética ancestral».
Características masculinas atractivas
Según la Teoría evolucionista hay una serie de rasgos físicos que resultan atractivos a la mayoría de las mujeres a nivel inconsciente porque son indicativos de un alto nivel de testosterona, fertilidad, complejo mayor de histocompatibilidad distinto y calidad genética.
Pues bien, durante la última década, más del 75% de los estudios que investigan las preferencias de las mujeres fértiles han demostrado que estas prefieren, en los días previos a la ovulación, a los hombres cuyas características físicas, psicológicas y conductuales reflejan esos parámetros.
Juventud
Aunque el período fértil del hombre dura más que el de la mujer, porque produce espermatozoides durante toda su vida, su edad repercute en la fertilidad, puesto que a partir de los 40 años, disminuye el volumen de semen eyaculado, la movilidad de los espermatozoides y su calidad. Además, el daño en el material genético contenido en los espermatozoides aumenta con los años y puede ser causa de enfermedades en los hijos.
No es de extrañar que, en los días previos a la ovulación, la mujer se sienta más atraída por hombres más jóvenes, al reflejar mejor calidad reproductiva.
Simetría
La simetría corporal puede reflejar un buen estado de salud, calidad reproductiva y capacidad del organismo de hacerle frente a los parásitos o a las toxinas. Por ello, de un modo totalmente inconsciente, a los hombres les resultan más atractivas las mujeres que la posean. ¿Y en qué momento ocurre esto?
Tal y como reveló el estudio Symmetry and ovulation in women del D.Scutt y J.T.Manning de la Universidad de Liverpool, justo antes de la ovulación.
Pero no solo nos volvemos más simétricas, también buscamos a hombres con esta característica por los mismos motivos, a los que se añade un plus: según los investigadores, poseen la capacidad de inducir orgasmos con mayor intensidad en sus parejas potenciales.
Altura y constitución
En los días de mayor fertilidad, las mujeres muestran una mayor preferencia por hombres altos con una constitución física fuerte y equilibrada: hombros anchos, glúteos firmes y cintura y caderas proporcionadas. Estas características dependen de la testosterona, la hormona masculina por excelencia que juega un papel clave en el desarrollo masculino: estatura, masa muscular y ósea, desarrollo de los órganos sexuales, vello, voz, etc.
Rostro
En cuanto al rostro, las mujeres suelen considerar atractiva una cara con una mandíbula pronunciada, pómulos bien marcados, frente despejada, ojos más bien juntos y labios que combinen sensualidad y aspereza (rasgos que también son indicativos de un nivel alto de testosterona).
Manos
¿Te atraen las manos masculinas? A mí me encantan. Pues bien, por lo visto no es casual. Los hombres tienen el dedo anular más largo que el dedo índice, mientras que en las mujeres ocurre lo contrario. Esta relación viene determinada por los genes y por el nivel de testosterona en la sangre del feto. En el caso de los varones, según investigadores como Manning, una mayor asimetría entre esos dos dedos es indicativa de una baja calidad de los espermatozoides y de una capacidad menor de inducir un orgasmo en su pareja.
Voz
El sentido del oído nos permite percibir los sonidos, su volumen, tono, timbre y dirección de la que provienen.
La oreja capta las ondas sonoras que se transmiten a través del conducto auditivo y cuando llegan al cerebro tras un complejo recorrido interno, este decodifica la información relacionando el sonido con una imagen. Si al comparar la información con lo que considera atractivo, el cerebro encuentra coincidencias, se generará atracción sexual.
¿Y qué suele provocarla? Las voces graves masculinas, debido a que reflejan unos niveles más altos de testosterona, por lo que las mujeres las consideran más masculinas de manera inconsciente. Además, las voces graves se asocian a un cuerpo de mayor tamaño, de ahí la proyección de masculinidad.
Olor
Cada persona tiene un aroma personal único e irrepetible, resultado de la combinación de múltiples factores, entre los que predomina el hormonal. Los hombres producen AND (hormonas derivadas de la testosterona) a la que responden las mujeres heterosexuales y los homosexuales. Cuando una mujer se encuentra en sus días fértiles, su olfato se agudiza para detectar a un candidato perfecto para hacerle papá de sus retoños.
¿Y cuál es el candidato perfecto? El que tenga un sistema inmunológico distinto.
El complejo mayor de histocompatibilidad (CMH) es un particular conjunto de genes que son determinantes en nuestra capacidad para combatir las enfermedades.
Cuanto más diferente sea el CMH de nuestro amante del nuestro, más posibilidades existen de quedarnos embarazadas, de sufrir menos abortos naturales y de que la descendencia tenga una mejor genética, sistemas inmunológicos más resistentes y mayor salud.
Rasgos conductuales
No solo nos atraen los hombres con las características físicas anteriores, también los que muestran dominio, competitividad (en especial la intrasexual, es decir, que compitan con otros hombres por conquistarnos), inteligencia creativa y otros posibles indicadores de calidad genética y alto nivel de testosterona.
Atractivo de la pareja estable durante la fase fértil
¿Influye esta elección también en las mujeres que tienen una pareja estable? Según los investigadores, sí.
El estudio Changes in women’s feelings about their romantic relationships across the ovulatory cycle, elaborado por Christina M Larson, Martie G Haselton, Kelly A Gildersleeve y Elizabeth G Pillsworth, revela que durante el momento de mayor fertilidad, si la pareja estable de la mujer muestra indicadores de genes altamente compatibles con los de ella, le resulta más atractivo y viceversa.
No solo eso, las participantes en el estudio confesaron sentirse menos cercanas a su pareja, tendentes a criticar más sus defectos y más insatisfechas con su relación. No obstante, aunque cuestionaban a su pareja, no criticaban la calidad de la relación en sí, porque esa percepción inconsciente no influía en el deseo de continuar en ella, especialmente en las relaciones a largo plazo.
Sin embargo, lo que sí aumentaba era el deseo de mantener relaciones sexuales casuales fuera de la pareja con hombres que reflejaran una buena calidad genética.
Según el metaestudio Does the contraceptive pill alter mate choice in humans?, de las investigadoras Alexandra Alvergne y Virpi Lummaa, resultado del análisis de más de 70 publicaciones científicas, las mujeres muestran una mayor motivación para mantener relaciones sexuales en sus momentos de mayor fertilidad con otras personas que no sean su pareja si esta no presenta signos de alta calidad genética y sí los hombres elegidos.
Es decir, las mujeres pueden desear mantener relaciones sexuales con otros hombres durante su fase fértil si estos muestran potencialmente una calidad genética superior a su compañero social; y viceversa, si su compañero posee una alta calidad genética y un CMH distinto, esa posibilidad es casi inexistente.
Hipótesis del apareamiento dual
Íntimamente relacionada con lo anterior se encuentra la «Hipótesis del apareamiento dual» según la cual, las mujeres tienen dos procedimientos de elección de pareja: en los periodos de máxima fertilidad, se sienten atraídas por los hombres con una calidad genética elevada y un CMH distinto al suyo, mientras que el resto del tiempo elige a otros cuyos rasgos y comportamiento les muestran como padres perfectos; es decir, aquellos que muestran una personalidad amable, empática, comprensiva e inteligente, indicativa de mayor predisposición a una relación a largo plazo, así como una relativa seguridad económica.
Por ejemplo, aunque a las mujeres les resultan atractivos, en sus días fértiles, rasgos como la mandíbula cuadrada, la nariz grande y los ojos pequeños, según R.L. Terry y J.S. Davis, para las relaciones a largo plazo suelen decantarse por hombres con facciones más delicadas como labios carnosos, ojos grandes y tenues, y cejas más arqueadas, porque son más propensos a comprometerse y a ser más fieles y mejores padres.
¿Y por qué consideran los científicos que estos rasgos son indicativos de este comportamiento? Por la influencia de la testosterona.
Esta hormona no solo juega un papel clave en el desarrollo de los tejidos reproductivos masculinos y en los caracteres sexuales secundarios, también influye en la personalidad.
Según los investigadores, altos niveles de testosterona provocan mayor agresividad, apetito sexual, egoísmo, promiscuidad y menor instinto paternal que, desde luego, no son características ideales para considerarlos ni buena pareja a largo plazo ni padres entregados.
Monogamia social
A priori todo esto resulta transgresor, pero no lo es menos que la hipótesis evolucionista socialmente aceptada que defiende que los hombres, al igual que cualquier otra especie, son promiscuos porque el instinto les impulsa a perpetuar su legado genético.
Siguiendo este análisis del instinto que poseemos como animales, es relevante señalar que decenas de estudios científicos han demostrado que la mayoría de las hembras de diversas especies realizan la elección dual, manteniendo relaciones «monógamas sociales» con machos que las cuidan tanto a ellas como a las crías, y relaciones casuales con otros machos para evitar la endogamia y perfeccionar la genética.
En el libro El mito de la monogamia, David P. Barash, doctor en Zoología y profesor de Psicología en la Universidad de Washington, y Judith E. Lipton, doctora en Medicina y miembro distinguido de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría, analizan los resultados de estudios pertenecientes a diversas disciplinas científicas como la biología, la antropología y la fisiología que muestran la existencia de esa monogamia social y su diferencia con la monogamia sexual.
Durante siglos, se consideró que muchas especies animales, especialmente las aves, eran monógamas, pero las nuevas técnicas del ADN revelaron que no era así, sino que mantenían una «monogamia social», entendida como una vida en común en la que colaboraban entre ellos para su supervivencia y la de sus crías, pero no una «monogamia sexual», pues realizaban cópulas casuales con otros individuos.
No solo las aves, también los mamíferos; en el estudio Mammals and monogamy publicado en 2013, Tim Clutton-Brock y Dieter Lukas de la Universidad de Cambridge llegaron a la misma conclusión tras analizar a más de 2500 especies de esta clase de animales.
Resumiendo: durante el momento de mayor fertilidad y al igual que las hembras de otras especies, las mujeres tienden a sentirse atraídas de un modo inconsciente por hombres con una calidad genética alta y sistema inmunológico distinto, porque con ellos gestarían hijos saludables; y durante el resto del ciclo menstrual, por aquellos hombres que muestren mayor compatibilidad vital, porque cuidarían a los niños asegurando su supervivencia.
Antes de finalizar, deseo remarcar que a pesar de la supuesta influencia de la biología, la atracción sexual en los seres humanos es compleja, pues también influyen factores psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales en ella. Lo que es atractivo para una persona no tiene por qué serlo para otra y viceversa.
Es más, puede que lo que nos resulta atractivo en un momento determinado no nos lo parezca en otro o que una persona nos parezca atractiva sexualmente pero no por ello queramos tener una relación sexual ni, mucho menos, materializar una relación sentimental.
Los investigadores seguirán intentando desentrañar los misterios que rodean a la sexualidad humana. Puede que lo consigan, puede que no, pero lo que está claro es que estudios como estos nos ayudarán a entender mejor nuestro comportamiento sexual en determinados momentos; aunque, al final, lo único que debe importarte es lo que percibas, sientas y decidas como el ser único e irrepetible que eres.
Brenda B. Lennox es el seudónimo de una escritora con varios premios literarios a su espalda. La máscara que le permite mostrar su lado más salvaje en textos eróticos que destilan crudeza no exenta de humor negro y poesía. La firma que avala su compromiso con la sexualidad y la salud femenina en artículos para medios como Volonté o Intimina.
Bien la opinión de que es complejo y no puramente bioquímico, pues hemos complicado con creencias, leyes basadas en expresiones con significado determinado y cambiantes en lugar, tiempo y condiciones. Nos parece que el lenguaje y la filosofía también influye en las decisiones y enredamos los conceptos hasta que la saturación se dice.
Estimado Segundo: ¡Gracias por tu comentario! Saludos cordiales.