El trastorno de interés o excitación sexual
El trastorno de interés o excitación sexual es una disfunción que consiste en la ausencia de interés (o una disminución significativa) en la actividad sexual y los pensamientos o fantasías sexuales sexuales y/o la falta de respuesta a la estimulación sexual, ya sea mental, emocional o física, que provocan malestar, angustia y problemas para relacionarse.
En el pasado, la comunidad científica distinguía entre los trastornos femeninos de la excitación sexual (falta de respuesta a la estimulación sexual) y el trastorno del deseo sexual hipoactivo o TDSH (falta persistente o recurrente de fantasías sexuales y deseo sexual), que causan angustia o dificultades interpersonales; pero en 2013, el DSM-V (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) fusionó ambas disfunciones en una sola, así como sus síntomas y causas, y ha cambiado el término «deseo» por «interés», al considerar que la respuesta sexual femenina no siempre es un proceso lineal y que la distinción entre deseo y excitación puede ser artificial.
Como este nuevo cambio solo se refiere a las mujeres (el deseo nulo o bajo se sigue denominando hipoactivo en los hombres), algunos autores lo critican porque refleja un modo normativo de entender la sexualidad femenina (centrándola en el coito) y su deseo, producto del desconocimiento, y además dificulta el diagnóstico. No obstante, en este artículo veremos en qué consiste esta disfunción, sus síntomas, posibles causas, tratamiento y medidas para prevenir y reducir sus síntomas, siguiendo la opinión predominante del DSM-V.
Trastorno de interés o excitación sexual: concepto y tipos
El trastorno de interés o excitación sexual es la disminución o ausencia de pensamientos o fantasías eróticas o sexuales y de interés en la actividad sexual, y/o la falta de respuesta a la estimulación sexual, ya sea mental o emocional (subjetiva) ya sea física (falta de lubricación, no erección del clítoris, ausencia de hinchazón de los labios de la vulva…), que generan malestar, insatisfacción y frustración.
Este último punto es clave para considerar estos síntomas como una disfunción sexual. Al igual que la anorgasmia (dificultad o incapacidad para llegar al orgasmo, a pesar de que ha habido excitación previa y una estimulación adecuada), esta disfunción requiere que la ausencia o disminución del interés o de la respuesta sexual afecten psicológica y emocionalmente a la mujer, causándole sentimientos de angustia, frustración, tristeza y culpa.
Hay tres tipos de trastorno de interés o excitación sexual:
- Subjetivo: la mujer no se siente excitada por ningún tipo de estimulación sexual física (besos, caricias, estimulación física de sus zonas erógenas) ni emocional o psicológica (juegos eróticos, música, literatura, películas, pensamientos…).Es decir, lo que antes se consideraba trastorno del deseo sexual hipoactivo.
- Genital: la mujer se siente excitada psicológica y emocionalmente, pero su cuerpo no responde (no lubrica, las paredes vaginales se tensionan, el clítoris no se hincha, no siente placer…). A su vez, esta falta de respuesta física puede darse antes de la relación sexual o durante la misma (es decir, ha lubricado como respuesta al deseo, pero deja de lubricar en algún momento).
- Mixto: la mujer no se siente excitada (ni emocional ni psicológicamente) ante ningún estímulo (interno o externo), ni su cuerpo reacciona a los mismos (su clítoris y labios vulvares no se hinchan, no lubrica, etc.).
Como hemos visto, la falta o reducción del interés o la falta o reducción de la excitación no constituyen en sí un trastorno. Es muy normal y habitual experimentarlos en algunos momentos de la vida; lo determinante es que esta situación se prolongue durante al menos seis meses y que nos provoque sensaciones de angustia y ansiedad, afectando a nuestras relaciones personales.
Síntomas del trastorno de excitación sexual
Dependiendo del tipo de trastorno, sus síntomas pueden incluir:
- No tener interés en ningún tipo de actividad sexual, incluida la masturbación.
- Ausencia o disminución de fantasías o pensamientos sexuales.
- Dispareunia o dolor durante las relaciones sexuales con penetración (incluyendo la masturbación en solitario con juguetes o con los dedos).
- Sentimientos de ansiedad, irritación, vergüenza, baja autoestima, rabia, impotencia, tristeza, fracaso.
- Evitar las relaciones sexuales.
- Tensión en la relación de pareja.
Claves de la excitación sexual femenina
La respuesta sexual humana, es decir, los cambios físicos y hormonales que se producen ante un estímulo sexual, se divide en cinco fases: deseo, excitación, meseta, orgasmo y resolución.
La fase de deseo o interés se inicia en el cerebro, por un estímulo interno (fantasías, pensamientos, imaginación) o externo (percibido por los sentidos). Durante la fase de excitación, el cerebro da la orden a los órganos sexuales (a través de hormonas e impulsos nerviosos) para que haya una respuesta sexual.
A nivel estrictamente biológico y genital, durante la fase de excitación se produce un incremento paulatino de la circulación sanguínea, lubricación y tensión de los músculos y tejidos del suelo pélvico. A medida que crece la excitación sexual, las paredes vaginales se ensanchan, alargan, lubrican y (al igual que los labios menores) adquieren una tonalidad rosa púrpura; y el clítoris aumenta de tamaño (su glande puede llegar a duplicar su volumen), provocando que los labios se separen.
Es decir, la respuesta sexual humana depende de elementos como la genética, el cerebro, el sistema endocrino (hormonal), los órganos genitales y el sistema nervioso, que mantienen entre sí un delicado equilibrio que puede quebrarse por factores internos, externos o una combinación de ambos.
Por eso, la mayoría de los profesionales, incluyendo el manual MSD, consideran que la separación tradicional entre los factores psicológicos y fisiológicos de las disfunciones sexuales es artificial, porque «el distrés psicológico causa cambios en la fisiología hormonal y neurológica, y los cambios físicos pueden generar reacciones fisiológicas que componen la disfunción». De hecho, suele ser habitual que confluyan varias causas físicas y psicológicas en cada persona, por lo que no puede señalarse una como marcada. No obstante, los especialistas siguen separándolas en dos categorías para su mayor comprensión, por lo que las clasificaremos siguiendo sus pautas.
Factores psicológicos y emocionales del trastorno de interés o excitación sexual
- Depresión.
- Ansiedad.
- Estrés.
- Miedo (al dolor, al rechazo, al abandono, a la burla, a ser juzgadas por nuestra vida sexual, al embarazo, a las Infecciones de Transmisión Sexual, etc.).
- Problemas de relación (discusiones, falta de comunicación, ausencia de deseo).
- Experiencias traumáticas (abuso sexual/físico/emocional, relaciones sexuales y emocionales negativas, pérdida traumática de alguien importante a nivel afectivo).
- Baja autoestima (preocupación por la apariencia física, no estar a la altura sexualmente).
- Alta exigencia hacia una misma y el otro.
- Problemas personales (familia, amigos, trabajo, dinero…).
- Una educación sexual moralizante y restrictiva.
Factores fisiológicos del trastorno de interés o excitación sexual
Cambios hormonales
Como explicamos en el artículo Deseo sexual femenino y ciclo menstrual, las hormonas sexuales femeninas tienen un papel determinante en nuestra libido y lubricación, en especial, los estrógenos, que además de intervenir en el mantenimiento de la salud de los tejidos (elasticidad, equilibrio del pH vaginal y lubricación), también afectan a nuestro estado de ánimo, a la libido y a la respuesta sexual, ya que están vinculados con los neurotransmisores «de la felicidad» (endorfinas, oxitocina, serotonina), siendo mayor el deseo sexual cuanto mayor es su presencia en el organismo y viceversa.
Los niveles hormonales oscilan en función de factores internos y externos, como enfermedades, medicación, dieta, hábitos, momentos del ciclo menstrual, el embarazo, la lactancia y la menopausia… Esa oscilación puede afectar al interés sexual y a la excitación de manera puntual o de manera continuada en el tiempo, por lo que son una de las causas principales del trastorno de interés o excitación sexual.
Vaginitis hormonal o atrofia vaginal
Aunque esté relacionada con los cambios hormonales, la vaginitis hormonal (atrofia vaginal) merece un epígrafe separado. Este trastorno, provocado por un descenso drástico de los niveles de estrógenos, tiene como síntomas el adelgazamiento del tejido vaginal, la inflamación de las paredes vaginales y una disminución en la lubricación, que provocan ardor o dolor al orinar, urgencia urinaria, infecciones recurrentes (vaginales y urinarias), penetración incómoda o dolorosa (de cualquier tipo, es decir, tanto el pene, como juguetes sexuales, ejercitadores del suelo pélvico, tampones, copas menstruales, etc.) y sangrado leve tras las relaciones sexuales con penetración.
Aunque puede darse a cualquier edad, durante la perimenopausia y la menopausia suele darse ese descenso drástico de estrógenos que propicia este trastorno, que recibe en este caso el nombre de «síndrome genitourinario de la menopausia».
Es importante tener en cuenta que la perimenopausia y la menopausia en sí no tienen por qué influir de manera determinante en nuestro deseo sexual y lubricación, salvo que se sufra vaginitis atrófica. En este caso, los síntomas sí que pueden influir en el deseo/interés sexual y en la excitación (con independencia de la edad); por ejemplo, si hay sequedad vaginal o dolor, es normal que las relaciones sexuales no resulten apetecibles y se acaben rechazando aunque puedas sentirte excitada mentalmente.
Por otro lado, sí que es cierto que el edadismo al que se enfrentan las mujeres tras la menopausia afecta a su vida sexual. Como vimos en este artículo, dentro de los prejuicios, estereotipos y discriminaciones que se aplican a las mujeres simplemente por su edad, se encuentra la norma social «conducta adecuada a la edad», es decir, el comportamiento que debería tener para ser aceptada por la sociedad, cómo vestir, cómo divertirse, cómo amar. Una de las conductas que más rechazo social genera es el libre disfrute de la sexualidad a partir de los 60; por desgracia, una gran parte de la sociedad tiene una visión puritana sobre el sexo de los mayores al entender que o no existe o no debería existir, porque es amoral; y esto acaba afectando psíquica y emocionalmente a muchas mujeres que acaban cerrándose a sus fantasías y deseos, bloqueándolos.
Otros factores
- Medicación: antidepresivos (como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina), opiaceos, anticonvulsivos, medicinas para la presión arterial y la quimioterapia.
- Enfermedades y disfunciones: diabetes, trastornos cardiacos, vasculares y nerviosos, esclerosis múltiple, disfunciones del suelo pélvico, vaginitis, episiotomía (incisión que se realiza en el perineo para facilitar el parto), extirpación de los ovarios, cáncer, endometriosis, vaginismo, sequedad vaginal, agotamiento, fatiga y debilidad, entre otros.
- Circunstanciales: estimulación sexual incorrecta o insuficiente.
- Hábitos perniciosos: alcohol, tabaco.
Diagnóstico del trastorno de interés o excitación sexual
Esta disfunción sexual se diagnostica basándose en la descripción del problema por parte de la mujer y en los siguientes criterios del DSM-5; para que el diagnóstico sea positivo, se requiere la ausencia o disminución de al menos tres de estos criterios durante ≥ 6 meses y que cause un malestar significativo para la mujer:
- Interés en la actividad sexual.
- Pensamientos o fantasías sexuales o eróticas.
- Interés o excitación en respuesta a estímulos eróticos externos o sexuales internos.
- Inicio de la actividad sexual y respuesta a la estimulación erógena.
- Excitación o placer durante ≥ 75% de la actividad sexual (es decir, la excitación o placer es significativamente inferior al 75% de la actividad sexual, ya sea en solitario, ya sea con otra persona).
- Sensaciones genitales o no genitales durante ≥ 75% de la actividad sexual (es decir, las sensaciones eróticas físicas y emocionales no alcanzan al 75% de la actividad sexual.
El médico te hará preguntas relacionadas con estos criterios y escuchará cómo describes el problema, por eso es muy importante que seas sincera sobre tu vida sexual y no omitas información por vergüenza; recuerda que es un profesional y que tu salud puede agravarse si no trata el origen de la disfunción o te da un tratamiento incorrecto. También es conveniente que te prepares para la consulta y te hagas preguntas relacionadas con lo que te ocurre antes de ir, para orientarle mejor (incluyendo cualquier síntoma físico, psíquico o emocional y circunstancias personales que pueden estar afectándote).
Por último, si tienes síntomas como dolor o irritación), puede hacerte análisis, un examen ginecológico completo (incluyendo una citología) y uno del suelo pélvico.
Tratamiento farmacológico del trastorno de interés o excitación sexual
El tratamiento del trastorno de interés o excitación sexual dependerá de su origen, por lo que puede ser necesaria la intervención de un equipo multidisciplinar, es decir, un equipo formado por profesionales de distintas ramas de la salud, como ginecólogos, psicoterapeutas, fisioterapeutas, etc.
El tratamiento puede incluir cambio de la medicación que afecta al deseo sexual o a la lubricación, tratamiento específico para la enfermedad que origina la disfunción (diabetes, endometriosis…), fisioterapia para el suelo pélvico, psicoterapia, terapia de pareja, etc.
Si la causa es el síndrome genitourinario de la menopausia, puede recomendar terapia con estrógenos (vía oral, vaginal, parche, gel..), testosterona, prasterona o flibanserina. Sin embargo, estos tratamientos no siempre son efectivos y pueden presentan efectos secundarios como dolor de cabeza, vómitos, hemorragias, edemas, dolor abdominal intenso, depresión severa, y aumentar el riesgo de sufrir enfermedades en la vesícula biliar, ictus (primera causa de muerte femenina) y cáncer de endometrio. Antes de aceptar este tipo de terapia, habla con tu médico sobre alternativas menos perjudiciales.
Consejos para prevenir el trastorno de interés o excitación sexual
Cuida tu suelo pélvico
El suelo pélvico interviene en la sensibilidad, excitación y lubricación, en la erección del clítoris y en la intensidad de los orgasmos. Cuando hay hipotonía (su musculatura está debilitada), la sensibilidad vaginal se reduce, por lo que las relaciones sexuales son menos placenteras y puede sufrirse anorgasmia; por el contrario, la hipertonía (exceso de rigidez) causa incomodidad y dolor durante la penetración, y en algunos casos, vaginismo.
Los ejercicios de Kegel son el tratamiento más eficaz para mantener la salud del suelo pélvico, siempre y cuando se consulte antes con un profesional para que vea en qué estado se encuentra y no estén contraindicados para nuestro caso (embarazo, posparto, cirugía reciente…).
Los ejercitadores específicos basados en la biorretroalimentación son una herramienta ideal para hacer ejercicios de Kegel, porque reconocerán el nivel de fuerza de tu musculatura pélvica y te guiarán para que realices una rutina de ejercicios con el ritmo y la duración específicos para ese nivel.
Si sabes el estado de tu suelo pélvico y cómo hacer los ejercicios de Kegel, las pesas vaginales te ayudarán a fortalecerlo, gracias a su estructura: una pequeña bola de silicona de grado médico (hipoalergénica y biocompatible) con un núcleo interno que vibra con el movimiento.
Los juguetes sexuales también son una herramienta muy eficaz para tratar disfunciones del suelo pélvico (incluidas las secuelas de intervenciones quirúrgicas como la episiotomía) y para reducir y eliminar sus síntomas (como la incontinencia urinaria o el prolapso de los órganos pélvicos). Aunque debe ser un fisioterapeuta especializado en suelo pélvico el que te sugiera el juguete indicado para ti, por lo general, recomiendan las bolas chinas y los vibradores basados en la biorretroalimentación para el tratamiento de la debilidad pélvica; y para la rigidez, cicatrices de intervenciones quirúrgicas y las secuelas de la episiotomía, los vibradores pequeños o específicos para este trastorno (como el Raya de Intimina) y las balas o huevos vibratorios.
Los masturbadores de clítoris son muy útiles para tratar los síntomas del trastorno del interés o excitación sexual, porque permiten que explores tu erotismo en soledad, estimulan la zona más erógena de nuestro cuerpo y no es necesaria la penetración (por lo que también es muy útil para la dispareunia y el vaginismo).
Además, un suelo pélvico saludable propicia una vida sexual gratificante y viceversa; la excitación y el orgasmo aumentan la irrigación sanguínea que tonifica los músculos y tejidos, las contracciones orgásmicas los ejercitan y además fortalecen la musculatura involuntaria (que supone el 80% de sus tejidos). Por eso la masturbación es una manera saludable de mantenerlo tonificado, así como de conocernos a nosotras mismas y romper barreras mentales; si quieres conocer algunas técnicas masturbatorias para el suelo pélvico, te recomiendo este artículo en el que hablamos de ellas y cómo hacerlas.
Explora tu erotismo
Una de las medidas más útiles para el trastorno de interés o excitación sexual es identificar qué juegos eróticos y experiencias te gustan, estimular tu imaginación, recuperar las fantasías sexuales. La vida acelerada en la que estamos sumergidas, las exigencias, las obligaciones, ese cansancio que a veces nos supera son grandes enemigos de nuestro deseo, lo lastran, lo apagan poco a poco.
Vuelve a encenderlo con películas, libros y juegos eróticos, concédete un momento para ti, alimenta tu deseo.
Habla con tu pareja
Algunos estudios revelan que las causas principales por las que las mujeres perdemos el apetito sexual en pareja son, además de problemas de salud física y mental, mala comunicación o falta de comunicación emocional durante el sexo, no mostrar el mismo interés sexual y no tener los mismos gustos sexuales.
Si es tu caso, no permitas que el problema se agrave y dé paso al resentimiento y a la incomunicación total. Habla con tu pareja de una manera asertiva, es decir, expresa tus pensamientos, sentimientos y necesidades de un modo claro, preciso, equilibrado y sincero, mostrando al mismo tiempo empatía y respeto con lo que tu pareja piensa, siente y necesita; sin juzgar, sin culpabilizar, sin criticar, responsabilizándote de lo que sientes y deseas, y permitiendo que haga lo mismo. El fin de esta comunicación no es salirte con la tuya ni convencer o forzar al otro, sino lograr que te comprenda, comprenderle y llegar a un acuerdo en el que los dos salgáis beneficiados.
Si te resulta complicado, busca ayuda profesional de un terapeuta; no lo dejes pasar, cuanto menos se habla, más se enquista el problema, y puede que llegue un momento en el que no haya pareja por la que luchar.
Usa cremas humectantes vulvares
Las cremas humectantes vulvares son muy eficaces para aliviar la inflamación, irritación y sequedad de la vulva, y para prevenir su aparición, porque mantienen y equilibran la humedad y pH único de nuestra zona íntima y ayudan a la regeneración de sus tejidos. Es importante que no utilices una crema corporal, su pH (de 7.5 a 8) es superior al de nuestra zona íntima (de 4.5 a 5) y lo desequilibra, ni tampoco una que lleve sustancias irritantes como perfumes.
Una opción ideal es Balmy, una crema humectante (mantiene equilibrada la humedad de la vulva), protectora (protege de los microorganismos causantes de infecciones y también del roce de la ropa interior), calmante (alivia la irritación y sequedad), hidratante y regeneradora desde el interior (al llevar ácido hialurónico, escualeno vegetal y aceites vegetales ricos en ácidos Omega 3), específica para la vulva (su pH es 4.5), clínica, ginecológica y dermatológicamente testada, hipoalergénica y libre de perfumes (reduce el riesgo de dematitis y alergias), sin gluten, vegana y no testada en animales, compatible con preservativos y con una textura fluida que no deja residuos en la ropa interior.
Recurre a lubricantes
Si te sientes excitada pero no lubricas lo suficiente, puedes utilizar lubricantes, siempre que estén dermatológica y ginecológicamente testados, su composición sea respetuosa con el pH vaginal, no contengan sustancias irritantes y sean compatibles con preservativos, como Feminine Moisturizer, cuya textura ultra-ligera con base de agua, aloe vera, ginseng y avena no solo lubrica, sino que (a diferencia de otros productos) también hidrata las mucosas de la vulva y la vagina; además, como no lleva glicerina, parabenos ni perfumes, es respetuoso con el pH íntimo y la microbiota vaginal y no provoca dermatitis ni vaginitis, por lo que puede utilizarse en cualquier ocasión.
Elimina el estrés
El estrés provoca falta de interés y deseo sexual, y aumenta el riesgo de sequedad vaginal. Mantenlo a raya con actividades que fomenten tu creatividad, te hagan feliz y te proporcionen equilibrio mental y emocional (como el yoga o el taichí), haz ejercicio de manera regular, aléjate de las personas y situaciones que te lo provocan, mantén el contacto con los amigos y la naturaleza, recurre a la meditación y al control de la respiración en momentos en los que te invada y busca ayuda profesional si te supera o piensas que tienes un trastorno que afecte a tu salud mental, como la ansiedad y la depresión.
Deja de fumar
Deja de fumar, las sustancias químicas que contiene el tabaco reducen la excitación sexual, el placer y la capacidad de alcanzar el orgasmo, porque detienen la producción de estrógeno (un solo cigarrillo la frena totalmente), afectan a los neurotransmisores relacionados con el deseo sexual femenino y aumentan el riesgo de atrofia genital (incluyendo el clítoris) y sequedad vaginal.
Reduce el consumo de alcohol
Deja de beber alcohol o, por lo menos, reduce el consumo; además de inhibir el sistema nervioso central, ralentizando la respuesta sexual y la sensibilidad a los estímulos eróticos, el alcohol afecta a la humedad y lubricación de nuestra zona íntima, porque disminuye la irrigación sanguínea a nuestros genitales, provocando que los tejidos se deshidraten y pierdan su capacidad de reacción (en especial, la erección del clítoris).
Espero que este artículo te haya ayudado a conocer más sobre esta disfunción femenina, pero recuerda, si tienes síntomas del trastorno de interés o excitación sexual, no minimices el problema ni lo dejes pasar, ve al médico, a varios si hace falta, hasta que den con su raiz y te manden e tratamiento adecuado. El erotismo y el disfrute de la sexualidad son una parte intrínseca del ser humano. No renuncies a ello.
Fuentes:
Trastorno del deseo sexual hipoactivo (TDSH). Planned Parenthood.
Allison Conn, Kelly R. Hodges. Interés sexual/trastorno de la excitación. DSM-V (Manual MSD)
Sandín, b (2013). DSM-5: ¿Cambio de paradigma en la clasificación de los trastornos mentales? UNED.
Garriga, c (2014,3 de abril). La bondad y la ética del cuidado en la subjetividad femenina. Implicaciones del DSM-V para la sexualidad de las mujeres. Aperturas psicoanalíticas. Revista Internacional de Psicoanálisis.
Cabello-Santamaría,F. Y Palacios,S. Actualización sobre el trastorno del deseo sexual hipoactivo femenino. Progresos de Obstetricia y Ginecología. Vol. 55. Núm. 6. páginas 289-295 (Junio – Julio 2012). DO – 10.1016/j.pog.2011.11.012. ELSEVIER.
Brenda B. Lennox es el seudónimo de una escritora con varios premios literarios a su espalda. La máscara que le permite mostrar su lado más salvaje en textos eróticos que destilan crudeza no exenta de humor negro y poesía. La firma que avala su compromiso con la sexualidad y la salud femenina en artículos para medios como Volonté o Intimina.