Mitos sobre las pruebas de ETS (enfermedades de transmisión sexual)
Clamidia, gonorrea, VPH, VIH, ladillas… ¡Dios mío! Si ya tenías miedo a los hospitales y a las visitas al médico, pedir la cita para hacerte las pruebas de detección de ETS (enfermedades de transmisión sexual) puede resultar aterrador a todos los niveles. Como si esperar los resultados no fuera ya lo suficientemente estresante, te ves obligada a ponerte una bata de hospital de papel y sentarte en una habitación blanca estéril, rodeada de brillantes instrumentos médicos, hasta el fatídico momento en el que la enfermera entra y empieza a hacerte varias preguntas súper personales… Pero si estás teniendo relaciones sexuales, es muy recomendable hacerte estas pruebas.
Lo primero es lo primero, ¿cuál es la diferencia entre ITS y ETS?
¡Excelente pregunta! ITS es la abreviatura de infecciones de transmisión sexual, mientras que ETS son las siglas de enfermedades de transmisión sexual (también conocidas como venéreas). Aunque estos términos se usan en indistintamente y se refieren a lo mismo, ten en cuenta que no todas las infecciones llegan a ser enfermedades. Esto es por ejemplo, no todas las mujeres que contraen el virus del papiloma humano (VPH) van a desarrollar cáncer de cérvix. Lo llames como lo llames, un chequeo es importante, tengas síntomas o no.
Pero ¿hay algo peor que pasar la tarde en una sala de espera?
Si imaginas un día entero rodeada de instrumentos ginecológicos prehistóricos y agujas enormes, estás confundiendo tu clínica de planificación familiar con la casa del terror. Las pruebas básicas para las ETS, aunque puedan resultar incómodas, son rutinarias y generalmente indoloras. Es probable que pases más tiempo en la sala de espera de lo que realmente necesitarás para realizar todas las pruebas. De hecho, este será uno de los días más fáciles que pasarás en el médico y una de las mejores prácticas de cuidado personal que podrás hacer por tu salud sexual.
La prevención y el tratamiento temprano, con ayuda de atención médica, es la única forma en la que podemos tener y disfrutar del sexo de la manera más segura posible. Difundir una enfermedad potencialmente peligrosa a parejas sexuales que no conoces, y posponer el tratamiento para una infección generalmente curable, que podría causar efectos a largo plazo en la salud, no tiene ningún sentido. Pero aún con estas razones, existen una serie de mitos que nos frenan para dar el paso:
Mito #1: no necesito hacerme pruebas. Todo va bien “ahí abajo”.
Existen suficientes estadísticas sobre las ETS para hacer una tesis, pero hay una que necesitas saber para convencerte de que las pruebas son absolutamente necesarias. La mayoría de las ETS presentan, cero síntomas, incluso las que pueden conducir a problemas de salud graves como la infertilidad y la enfermedad pélvica inflamatoria. No te despertarás con los genitales llenos de úlceras a la mañana siguiente de contraer una infección. Es posible que tu cuerpo no envíe señales o que los síntomas se manifiesten hasta mucho después de haber tenido relaciones sexuales con otra persona. Incluso las enfermedades más desagradables, como la clamidia y la gonorrea, pueden colarse en su cuerpo sin mostrar ningún dolor o incomodidad que se note.
¿Conclusión? Sí, hazte las pruebas.
Mito #2: ¿pruebas médicas? ¡Ay, eso tiene que doler!
Hay muchos exámenes médicos que sin duda son dolorosos, pero una rutina básica de detección de ETS de ser algo, no será más que incómoda. La mayoría de las ETS se pueden encontrar a través de una muestra de orina o un pinchazo rápido en el dedo para obtener unas pocas gotas de sangre. También es posible que tomen muestras del interior de tus mejillas para recolectar saliva. En el peor de los casos, serás sometida a la típica exploración ginecológica con las piernas en los estribos, en la que tomarán muestras frotando con un hisopo (bastoncillo de algodón) de las áreas que podrían estar infectadas, como el cuello del útero, las paredes vaginales o la vulva.
Si has notado llagas en tu área genital o alrededor de ellas, las limpiarán con un hisopo, y los transferirán a un portaobjetos de vidrio para observarlos bajo un microscopio. Y si es necesario, tu médico y tú podríais discutir realizar otras pruebas adicionales. Lo mejor de esto es que la mayoría de las infecciones de transmisión sexual como la clamidia y la tricomoniasis, son curables si se detectan temprano. Y aquellas que no lo son, como la hepatitis B y el herpes, se pueden reducir drásticamente y controlarse con atención médica rápida antes de que se salgan de control.
Mito #3: nunca antes había hablado con un médico sobre mi vida sexual, ¡qué vergüenza!
Incluso si nunca has tenido una conversación con tu médico de cabecera sobre tu vida sexual, créenos, están curados de espanto ya han hablado antes en detalle con otros pacientes sexualmente activos. Tu médico ha sido entrenad@ para realizar todo tipo de pruebas y responder a cualquier pregunta. Y en lo que respecta a la salud y el cuidado adecuado del cuerpo, todos los pacientes son igual de importantes. Dejar los detalles clave fuera de la conversación pone en riesgo un diagnóstico correcto y puede llevar a recibir un tratamiento o medicamento erróneos.
Sin los medicamentos adecuados para combatir el tu enfermedad de transmisión sexual específica, podrías contagiar de la infección a tu pareja sexual o sufrir más efectos nocivos en tu cuerpo. Si todavía te da vergüenza hablar con tu médico habitual, visita una clínica especializada en planificación familiar, donde la mayoría de los médicos y enfermeras realizan pruebas de ETS a diario (y a menudo de forma gratuita).
Estas personas con educación médica resuelven problemas de salud sexual para ganarse la vida y se enorgullecen de crear un entorno sin juicios de valor. ¡Te guiarán a través de tu cita de principio a fin y garantizarán tu comodidad en cada paso del camino!
Por favor ten en cuenta que los consejos ofrecidos por Intimina pueden no ser apropiados para tu caso en particular. Consulta siempre con tu médico si tienes preocupaciones específicas relacionadas con tu salud.