La historia de la copa menstrual
Las copas menstruales puedan parecer un invento moderno, pero seguro que no sabías que el se inventaron en la misma década que los tampones.
Las mujeres han estado buscando la mejor forma de protegerse durante los días de periodo durante muchas décadas. Aún así, habiendo encontrado en la copa menstrual la forma más efectiva, ha tardado casi 80 años en popularizarse.
¿Quieres saber más? Te presentamos un resumen desde el primer prototipo hasta nuestros días.
Las primeras copas menstruales
Antes de dar con la idea de la copa menstrual, y como es natural, las mujeres han estado buscando la mejor forma de protección. Durante los siglos 19 y 20 la idea de usar una copa interna (a la que más tarde se le llamará copa menstrual), empezó a asentarse como posibilidad válida.
Muchos dispositivos similares a la copa fueron patentados sobre todo en Estados Unidos. Algunas de las formas parecidas por las que las mujeres optaban eran sacos donde se recogía el fluído o incluso copas de metal.
¿Suena muy incómodo, verdad? Pues ahí no acaba, ya que muchas de las copas iban sujetas a través de un cinturón, por lo que la discreción también brillaba por su ausencia.
1930 – La patente de Leona Chalmer
A partir de 1930 fue cuando realmente las copas menstruales empezaron a patentarse y a parecerse un poco más al modelo actual.
La primera mujer en diseñar la primera copa que se comercializó fue Leona Chalmer en 1937 y se vendía en Estados Unidos Hecha de goma, los músculos del suelo pélvico eran los encargados de sujetarla.
Pero algo le obligó a detener la producción: la Segunda Guerra Mundial. Esta guerra hizo que el material con el que ella fabricaba las copas escaseara, y al terminar la guerra tampoco mejoró ya que las mujeres no estaban dispuestas a cambiar de lo tradicional a algo como la copa menstrual.
Hay que tener en cuenta que en esta época tanto la menstruación como el cuerpo de las mujeres o la sexualidad en general eran temas tabú. Así que algo tan básico como tocarse la vagina a una misma era casi impensable para la mayoría de las mujeres.
Los años 50, una nueva copa y un nuevo plan educativo.
Chalmer no paró de intentarlo, y entre 1950 y 1970 se alió con una compañía mayor para poder producir una nueva versión de la copa llamada Tassette.
Esta compañía apostó por el invento de Chalmer e incluso creó una versión desechable de la copa llamada Tassaway.
La compañía también invirtió en un programa educativo que pretendía combatir a la industria de las compresas y los tampones. Esta campaña consistía en enviar descuentos a enfermeras que además contrataban para aconsejar a mujeres por toda la ciudad.
A pesar de los esfuerzos y los recursos, la vagina seguía siendo un tema del que pocas mujeres estaban dispuestas a hablar y la compañía cerró sus puertas en 1973 haciendo que además las copas dejasen de venderse en Estados Unidos.
1980 – Un rayo de luz (y de látex)
Durante esta época, 10 años después de que la compañía cerrase, una nueva copa menstrual hecha de látex se abrió camino primero en el mercado americano y no mucho más tarde se expandió por más zonas del mundo.
Por su parte , copa Keeper de Leona Chalmer todavía está disponible hoy en día.
2000 – Nueva década, nuevos materiales
La silicona de grado médico, que se sigue usando en las copas actuales, emergió como material estrella hipoalergénico y resistente a las bacterias. Esto fue un avance con respecto al látex, al que muchas mujeres eran alérgicas y en poco tiempo la silicona de grado médico se convirtió en el material por excelencia de la copa menstrual.
Además de por los beneficios con mencionados antes para el cuerpo de la mujer, también por ser mucho más flexible y suave al introducirla en la vagina.
2014 – Redescubriendo la copa menstrual
Dejando a un lado los materiales, el diseño de la copa menstrual no ha sufrido grandes cambios desde 1930. Cuando Intimina introdujo en el mercado la Lily Cup en 2012, la copa menstrual volvió a triunfar.
Reformamos completamente la forma de la copa para que se adapte perfectamente al cuerpo de la mujer y encontramos una silicona de grado médico mucho más fina, flexible y suave.
Aunque el año 2014 fue el que realmente marcó la diferencia. Intimina lanzó Lily Cup Compact, que fue la primera copa menstrual plegable del mercado. Esta copa mantiene la silicona de grado médico, pero al ser plegable se convierte en una copa mucho más práctica para poder llevarla donde quieras.
Hasta aquí el repaso de la historia de las copas menstruales. Ha evolucionado desde ser una pieza visible que tenías que sujetar con un cinturón a ser una copa menstrual fácil de transportar que ocupa más o menos como un cacao de los labios.
Después de 80 años de evolución, las copas menstruales se han convertido en la opción elegida por cada vez más mujeres que han descubierto los beneficios que tiene con respecto al resto de alternativas.
¿Quién sabe cómo habrán evolucionado las copas en los próximos 10 años? De momento no las pierdas de vista y apuesta por una de ellas.
A partir de 1930 fue cuando realmente las copas menstruales empezaron a patentarse y a parecerse un poco más al modelo actual. La primera mujer en diseñar la primera copa que se comercializó fue Leona Chalmer en 1937 y se vendía en Estados Unidos
Hecha de goma, los músculos del suelo pélvico eran los encargados de sujetarla.
Pero algo le obligó a detener la producción: la Segunda Guerra Mundial. Esta guerra hizo que el material con el que ella fabricaba las copas escaseara, y al terminar la guerra tampoco mejoró ya que las mujeres no estaban dispuestas a cambiar de lo tradicional a algo como la copa menstrual.
Hay que tener en cuenta que en esta época tanto la menstruación como el cuerpo de las mujeres o la sexualidad en general eran temas tabú. Así que algo tan básico como tocarse la vagina a una misma era casi impensable para la mayoría de las mujeres.
Los años 50, una nueva copa y un nuevo plan educativo.
Chalmer no paró de intentarlo, y entre 1950 y 1970 se alió con una compañía mayor para poder producir una nueva versión de la copa llamada Tassette.
Esta compañía apostó por el invento de Chalmer e incluso creó una versión desechable de la copa llamada Tassaway.
La compañía también invirtió en un programa educativo que pretendía combatir a la industria de las compresas y los tampones. Esta campaña consistía en enviar descuentos a enfermeras que además contrataban para aconsejar a mujeres por toda la ciudad.
A pesar de los esfuerzos y los recursos, la vagina seguía siendo un tema del que pocas mujeres estaban dispuestas a hablar y la compañía cerró sus puertas en 1973 haciendo que además las copas dejasen de venderse en Estados Unidos.
1980 – Un rayo de luz (y de látex)
Durante esta época, 10 años después de que la compañía cerrase, una nueva copa menstrual hecha de látex se abrió camino primero en el mercado americano y no mucho más tarde se expandió por más zonas del mundo.
Por su parte , copa Keeper de Leona Chalmer todavía está disponible hoy en día.
2000 – Nueva década, nuevos materiales
La silicona de grado médico, que se sigue usando en las copas actuales, emergió como material estrella hipoalergénico y resistente a las bacterias. Esto fue un avance con respecto al látex, al que muchas mujeres eran alérgicas y en poco tiempo la silicona de grado médico se convirtió en el material por excelencia de la copa menstrual.
Además de por los beneficios con mencionados antes para el cuerpo de la mujer, también por ser mucho más flexible y suave al introducirla en la vagina.
2014 – Redescubriendo la copa menstrual
Dejando a un lado los materiales, el diseño de la copa menstrual no ha sufrido grandes cambios desde 1930.
Cuando Intimina introdujo en el mercado la Lily Cup en 2012, la copa menstrual volvió a triunfar.
Reformamos completamente la forma de la copa para que se adapte perfectamente al cuerpo de la mujer y encontramos una silicona de grado médico mucho más fina, flexible y suave.
Aunque el año 2014 fue el que realmente marcó la diferencia. Intimina lanzó Lily Cup Compact, que fue la primera copa menstrual plegable del mercado.
Esta copa mantiene la silicona de grado médico, pero al ser plegable se convierte en una copa mucho más práctica para poder llevarla donde quieras.
Hasta aquí el repaso de la historia de las copas menstruales. Ha evolucionado desde ser una pieza visible que tenías que sujetar con un cinturón a ser una copa menstrual fácil de transportar que ocupa más o menos como un cacao de los labios.
Después de 80 años de evolución, las copas menstruales se han convertido en la opción elegida por cada vez más mujeres que han descubierto los beneficios que tiene con respecto al resto de alternativas.
¿Quién sabe cómo habrán evolucionado las copas en los próximos 10 años? De momento no las pierdas de vista y apuesta por una de ellas.
Somos un colectivo de mujeres expertas en Intimina que amamos compartir nuestras experiencias, aunque a veces sean demasiado personales. Estamos seguras de que es tiempo de derribar los tabúes que existen alrededor de la menstruación, la maternidad y la menopausia para ser dueñas de nuestra propia salud femenina.