Los accidentes más habituales en las piscinas y cómo prevenirlos

Salud femenina | | Brenda B. Lennox

Las piscinas son algunos de los sitios de ocio favoritos de los españoles en verano, por sus numerosos beneficios. Sin embargo, no están exentas de peligros, debido a que en ellas suelen habitar multitud de organismos patógenos (protozoos, estafilococos, pseudomonas, estreptococos, bacterias, hongos, norovirus…) que pueden causar trastornos en nuestra salud. 

Pese a que desinfectantes como el cloro matan a estos microorganismos, el cloro libre residual (el que queda tras eliminarlas), un pH del agua inadecuado o niveles excesivos de otros desinfectantes pueden causar daños tanto en las mucosas como en la piel.

Aunque en las piscinas públicas y en las de propietarios deben seguirse unos protocolos estrictos de tratamiento y control del agua, mantenimiento, limpieza, desinfección, seguridad y buenas prácticas, fijados por el Ministerio de Sanidad, eso no quita que pueda haber fallos ni tomemos ciertas precauciones para evitar afecciones y accidentes, como infecciones, traumatismos, rozaduras, ahogamiento, cortes de digestión o hidrocución, calambres, quemaduras por el sol y golpes de calor, tanto en este tipo de piscinas como en las privadas (incluyendo las portátiles). 

Enfermedades y trastornos más comunes en las piscinas

Infección vaginal

La vaginitis es el trastorno ginecólogico más común de las mujeres. De hecho, las estadísticas indican que todas la sufriremos, al menos, una vez en la vida. Este problema, cuyos síntomas son irritación o picazón en los genitales, inflamación de los labios mayores, labios menores y/o área perineal, flujo vaginal anormal, olor vaginal penetrante, incomodidad o ardor al orinar y dolor/irritación durante la relación sexual, suele ser causado por la alteración del pH vaginal, que debilita nuestras defensas frente al ataque de virus, bacterias y hongos del exterior, y favorece la proliferación de los microorganismos que forman parte de nuestra flora vaginal, favoreciendo infecciones por levaduras, hongos y bacterias.

Como vimos en este artículo, las infecciones vaginales se duplican en verano debido a factores como estar demasiado tiempo con el bikini o bañador mojados, el uso de protectores menstruales como compresas y tampones o llevar ropa ajustada de tejidos sintéticos.

Cistitis

Los bañadores y bikinis mojados también favorecen la proliferación y crecimiento de bacterias patógenas que pasan desde el periné a la uretra y a la vejiga, y pueden causar cistitis, un trastorno cuyos síntomas más habituales son una necesidad urgente y constante de orinar, quemazón o ardor al hacerlo, orinar muchas veces pequeñas cantidades, orina con un fuerte olor y un color turbio (a veces rosado o rojizo por la presencia de sangre), dolor pélvico constante y dolor vaginal cuando se mantienen relaciones sexuales.

Otitis externa u oído de nadador

La otitis externa (también conocida como oído de nadador u otitis del nadador) es una infección del conducto auditivo, cuyos síntomas son irritación del oído, enrojecimiento, hinchazón, dolor, sensación de taponamiento y, en algunos casos, supuración de un líquido blanquecino o amarillento. Este trastorno suele ser más habitual en los niños y en los nadadores, pero también común en verano, debido a la humedad, que irrita la piel interna y favorece la entrada y proliferación de microorganismos, como la pseudomona aeruginosa, una bacteria que causa, además de otitis externa, foliculitis y conjuntivitis.

Problemas intestinales

Algunos microorganismos presentes en el agua dulce son los responsables de la mayoría de las enfermedades gastrointestinales. Tragar agua (incluso clorada) podría provocar una infección causada por el cryptosporidium (un parásito microscópico), cuyos síntomas son cólicos, calambres estomacales, náuseas y diarrea acuosa que dura hasta tres semanas. También se puede contraer el Escherichia coli, una bacteria que vive en los intestinos de las personas y de los animales, que puede causar desde una diarrea breve a una diarrea intensa con sangre, así como vómitos y cólicos abdominales intensos.

Trastornos oculares

El delicado recubrimiento del ojo está más expuesto a agresiones infecciosas y químicas. Por un lado, microorganismos como bacterias, virus, amebas y protozoos pueden causar infecciones y queratitis. Por otro, el cloro y otros desinfectantes que se añaden al agua de las piscinas para eliminar estos microorganismos pueden irritar el ojo y provocar infecciones e inflamaciones oculares, como la conjuntivitis infecciosa y la queratoconjuntivitis. En ambos casos, los síntomas suelen incluir ardor, picor, dolor al abrir los ojos, enrojecimiento, sensación de sequedad o de cuerpo extraño, visión borrosa y sensibilidad a la luz.

Daños solares

Los efectos nocivos de las radiaciones solares sobre la piel dependen fundamentalmente de la frecuencia y duración de la exposición solar y del tipo e intensidad de radiación UV. A veces cometemos el error de pensar que en las piscinas al aire libre el sol no es tan dañino como en la orilla del mar, pero es un gran error. 

Los rayos UV, la brisa caliente y el reflejo del sol en el agua y en otras superficies reflectantes también pueden causar trastornos oculares como conjuntivitis, queratitis, pterigión o palmera en el ojo, pingüécula, quemaduras oculares y degeneración macular entre otras afecciones. 

Pie de atleta

El pie de atleta (tiña pedis) es una infección fúngica (por hongos) en la piel que suele comenzar entre los dedos de los pies. Sus síntomas más evidentes son piel escamosa, agrietada, inflamada y de color rojizo (dependiendo del color de piel, puede ser grisácea o violácea), y un picor o ardor intenso en toda la zona afectada.

Aunque su origen es la falta de transpiración en los pies (por ejemplo, por llevar calcetines gruesos y zapatos ajustados), es sumamente contagiosa, y puede transmitirse por pisar superficies contaminadas (suelo de piscinas, césped) o compartir zapatos o toallas.

Corte de digestión o hidrocución

La hidrocución o corte de digestión (como se le conoce popularmente) es un grave trastorno causado por un choque entre la temperatura del agua y la de nuestro cuerpo. Si nos sumergimos en agua fría (sobre todo, de golpe) cuando estamos muy acaloradas, tras hacer ejercicio físico intenso o haber comido mucho, se produce una disminución súbita de la frecuencia cardíaca que causa síntomas como dolor de cabeza, zumbido en los oídos, vértigo o mareo, confusión o desorientación, problemas de visión (como ver borroso), agotamiento repentino, hormigueo, picor o calor, dolores articulares, calambres musculares, temblores internos, piel de gallina, dolor de estómago, náuseas, vómitos y pérdida de conocimiento.

Si el choque es muy intenso y repentino (por ejemplo, arrojarte de cabeza o en plancha a un agua muy fría justo después de hacer ejercicio físico o haber tomado el sol en horas de mucho calor), el efecto es casi inmediato: una arritmia grave o una parada cardíaca súbita.

Golpe de calor o hipertermia

El golpe de calor o hipotermia es un trastorno que ocurre especialmente en verano, debido a un aumento de la temperatura corporal (más de 40°C) por exceso de calor ambiental, determinadas condiciones de humedad o un esfuerzo físico intenso. Aunque el ejercicio físico excesivo con temperaturas muy altas o la radiación solar directa prolongada son factores que aumentan el riesgo de sufrirlo, así como días con mucho sol y calor intenso, este trastorno también puede ocurrir en días nublados, ambientes sombreados y en interiores (espacios cerrados con poca ventilación).

Sus síntomas son piel caliente y seca o sudoración excesiva, pulso acelerado, respiración rápida, dolor de cabeza, cambios en el estado mental o comportamiento (mareo, confusión, agitación y balbuceo), desmayos e incluso convulsiones que, de no tratarse a tiempo, pueden derivar en consecuencias más graves como una parada cardiorespiratoria y un fallo multiorgánico.

Prevención de las afecciones y trastornos más comunes en las piscinas

Infecciones vaginales y urinarias

  • Dúchate después de bañarte en la piscina, sécate bien la zona genital (incluyendo las ingles) para eliminar todo resto de humedad y quítate el bikini o bañador húmedos. Si tienes la regla, cámbiate la compresa y el tampón cada 4 horas máximo (aunque el flujo menstrual no los haya llenado del todo) para evitar que los hongos y las bacterias proliferen. Si has usado un tampón durante el baño, cámbialo en cuanto salgas porque ha podido mojarse a través del cordón y aumenta el riesgo de contraer una infección por la humedad y los microorganismos que hubiera en el agua.
  • Por otro lado, es importante saber que las infecciones vaginales y urinarias se duplican en verano debido, en parte, a que las compresas, los tampones y las bragas menstruales dificultan que el calor y la humedad de la vulva se liberen; por eso es recomendable que te plantees sustituirlos por una copa menstrual de silicona de grado médico (es decir, la que se usa con fines médicos y quirúrgicos): un material no poroso que previene el crecimiento de bacterias y hongos, eliminando toda posibilidad de infección siempre y cuando se usen adecuadamente y con la mayor higiene. Además, las copas menstruales de silicona de grado médico son hipoalergénicas (no causan alergias ni irritaciones), biocompatibles (compatibles con los tejidos corporales) e inocuas para el organismo, porque no desprenden partículas tóxicas ni provocan que el cuerpo las rechace.

Otitis externa u oído del nadador

  • No te bañes en agua que parezca sucia o contaminada.
  • Usa un gorro de baño y ponte tapones en los oídos.
  • Cuando salgas, sécate bien las orejas con la toalla (nunca introduzcas objetos como bastoncillos).
  • Si te pica, no te rasques, ya que puedes dañar la piel y favorecer la infección.

Hidrocución o corte de digestión

  • Si vas a bañarte después de comer, espera una hora y media si la comida ha sido ligera y tres horas si ha sido copiosa.
  • No te sumerjas de sopetón (ni te tires de cabeza ni en plancha) si has hecho ejercicio físico intenso o has estado al sol mucho rato. Dúchate antes de bañarte y si no hay duchas en la piscina, entra poco a poco en el agua, mientras te mojas con las manos húmedas la coronilla, la nuca, la cara interna de los brazos y la tripa. Si después de unos minutos no sientes ningún síntoma, sumérgete del todo.

Trastornos oculares

  • Utiliza gafas de natación o buceo para prevenir trastornos oculares. Si no quieres usarlas, no abras los ojos debajo del agua.
  • No nades con lentillas; algunos microorganismos pueden quedarse en ellas y causar infecciones graves. 
  • Cuando salgas del agua, lávate la cara con agua potable y sécate bien para eliminar la humedad (sin frotarte los ojos).
  • El suero fisiológico es muy eficaz para limpiar los ojos (expulsa objetos extraños y sustancias irritantes) y además lubrica la córnea (por lo que alivia la irritación y la sequedad). Aunque hay recetas caseras para elaborarlo, no son recomendables, ya que el suero fisiológico no es simplemente una mezcla de sal y agua hervida, sino una solución estéril que debe cumplir con ciertos estándares de calidad y estar almacenada de un modo determinado para garantizar su seguridad y eficacia. 

Daños solares

  • Piel. Usa una crema con un factor de protección alto y evita las horas de mayor intensidad solar (especialmente entre las 12 y las 17). No te confíes en los días nublados, los rayos UV atraviesan las nubes y pueden dañarte.
  • Ojos. Lleva gafas de sol homologadas y viseras, gorras o sombreros. No tomes el sol sin ellos, los rayos pueden causarte cáncer en los párpados y graves lesiones en el globo ocular. Si los sientes secos o irritados, hidrátalos con lágrimas artificiales; ayudan a mantener la humedad natural y estimulan la circulación lagrimal. 

Pie de atleta

  • Usa siempre chanclas o zapatillas en las instalaciones de la piscina (incluyendo los baños y duchas). 
  • No compartas toallas, ropa ni zapatillas.
  • Después de bañarte, sécate muy bien los dedos de los pies y aplícate polvos antimicóticos.
  • Usa calzado transpirable de materiales naturales.

Golpe de calor

  • No realices actividades en el exterior en las horas más calurosas; quédate a la sombra, en lugares donde corra el aire y mójate con frecuencia la nuca, la parte interna de los brazos y las corvas. Protégete del sol con un protector solar alto, usa sombrero o gorra y lleva calzado de materiales naturales y transpirables. 
  • Mantente hidratada bebiendo mucha agua y líquidos sin esperar a tener sed (especialmente si tienes una edad avanzada y/o tomas una medicación crónica), como zumos, jugos de verduras y hortalizas y alguna bebida isotónica (sin azúcar). Mejor no tomes alcohol, ya que deshidrata.

Los accidentes más comunes en piscinas

  • Cortes, rozaduras y lesiones por caídas debido a los resbalones con el agua, que pueden incluir desde traumatismos leves (como golpes y torceduras) hasta graves (como esguinces, rotura de hueso y traumatismo craneoencefálico). A estas lesiones se suman las de la médula espinal causadas por tirarse de cabeza y golpearse el cráneo o la columna vertebral contra el borde de la piscina o el fondo.
  • El calambre del nadador, una contractura muscular repentina y dolorosa que agarrota las piernas. Aunque no es peligrosa en sí, puede provocar ahogamientos si no se controla el dolor y se entra en pánico.
  • Ahogamientos por imprudencias y como consecuencia de trastornos previos como un golpe de calor, una hidrocución o corte de digestión, un calambre o un traumatismo.

Cómo prevenir los accidentes en piscinas

  • Infórmate bien de las normas de seguridad de la piscina y, sobre todo, de su profundidad.
  • Si no sabes nadar o te sientes insegura, no te bañes sola y menos aún en la parte que cubre.
  • No te bañes si te sientes mareada o especialmente cansada, ni tampoco si has tomado bebidas alcohólicas.
  • Usa zapatillas antideslizantes y si no las permiten durante el baño, ten especial cuidado en los bordes, la escalera y el trampolín.
  • Si no estás en buena forma física, haz estiramientos antes de entrar en el agua, calienta poco a poco y no fuerces tu cuerpo nadando. Si sufres un calambre, mantén la calma, ponte bocarriba y flota hasta el borde de la piscina o una boya, y pide ayuda. Si no hay socorrista, date masajes en la pantorrilla y estira el pie hasta que se pase.
  • No bucees cerca de las rejillas del fondo o zonas de desagüe.
  • No te lances de cabeza, no solo te arriesgas a una hidrocución o a golpearte contra el suelo, también puedes caer sobre alguien que está buceando.
  • Si te sientes mal o en peligro, intenta salir de la piscina o avisa a un socorrista.

Cuidado de los niños en las piscinas

Si tienes niños, sigue a rajatabla los consejos para los adultos, ya que son más sensibles a las agresiones externas y más proclives a accidentes:

  • Protégelos de las infecciones. Siempre deberán llevar zapatillas, gafas de nadador y tapones para los oídos. Haz que se duchen antes de entrar en el agua y cuando salgan de ella, y sécalos bien con una toalla limpia, incidiendo en las zonas en las que se acumula la humedad. También debes advertirles que no pueden beber el agua de la piscina y que si tienen ganas de hacer caca, deben salir cuanto antes para ir al servicio.
  • Protégelos de los ahogamientos. Si no saben nadar, los manguitos son imprescindibles incluso en las piscinas pequeñas portátiles. Debes estar pendiente de ellos en todo momento, no dejarlos solos ni un instante y mantenerte a una distancia que te permita ayudarles en menos de cinco segundos si les pasa algo. No te confíes aunque haya un socorrista, no pueden estar pendientes de todo.
  • Protégelos de los accidentes. Para prevenir caídas es muy importante que siempre lleven chanclas o zapatillas antideslizantes cuando jueguen cerca de la piscina. Cuando vayan a bañarse, explícales lo peligroso que es saltar en plancha, tirarse de cabeza o sobre otros niños.
  • Protégelos del sol. Respeta las horas de menor radiación solar: lo ideal es que se bañen en las primeras de la mañana (antes de las 10) y a última hora de la tarde (a partir de las 18). Ponles crema de protección alta para niños (media hora antes de salir al exterior) y repite la aplicación al menos cada media hora. También puedes ponerles ropa especial de protección solar que, además, es apta para el baño. No olvides proteger su cabeza con gorritos o sombreros para evitar insolaciones y mantener su temperatura corporal; y sus ojos con gafas homologadas para niños, con filtros adecuados (playa o montaña) y que cumplan la normativa. 
  • Protégelos de los golpes de calor. No les permitas jugar en las horas más calurosas, mantenlos en la sombra, moja con frecuencia su nuca, parte interna de los brazos y de las rodillas, e hidrátalos con zumos, agua y frutas.
  • Protégelos del corte de digestión o hidrocución. Los niños son más sensibles a este trastorno; de hecho, algunos estudios reflejan un alto número de casos de muerte súbita en niños causados por el reflejo de inmersión extremo, que les provocó alteraciones en su ritmo cardíaco o, directamente, una parada cardíaca. Para evitarlo, dales de comer aperitivos ligeros (sandwiches y frutas), no permitas que se metan en el agua hasta que hayan pasado al menos 2 horas después de haber comido (5 si la comida fue copiosa) y sigue los mismos consejos que dimos para los adultos.

Consejos para las piscinas individuales y portátiles

Instalación y mantenimiento

  • No instales la piscina en una terraza o azotea; tanto la OCU como el Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos advierten que hay un riesgo muy alto de que no aguanten el peso. De hecho, hasta las piscinas pequeñas de un metro cuadrado pueden alcanzar un peso superior al que puede soportar la estructura. 
  • Si tu piscina es de obra o portátil de tamaño grande o medio, sigue las instrucciones del fabricante en cuanto al mantenimiento (bomba, filtro, sistemas de desinfección, cambio de agua, limpieza de las paredes y fondo…) y retira las impurezas que caigan al agua (hojas, flores, papeles…).
  • Si es una portátil de poca capacidad (la típica para los niños pequeños), es recomendable que la vacíes y limpies cada día, porque puede haber restos fecales y Escherichia coli. En cuanto a la edad, algunas fuentes no recomiendan las piscinas hinchables para niños de 0 a 6 años, porque no garantizan las condiciones higiénicas y de seguridad óptimas.

Precauciones

Todos los consejos que hemos visto para las piscinas comunitarias son aplicables a las domésticas. No los subestimes, por favor; cuando estamos en la nuestra solemos caer en tentaciones que no se permitirían en las públicas o comunitarias, pero eso no nos librará de infecciones, golpes de calor, ni de graves accidente provocados por imprudencias como poner enchufes cerca, usar menaje de cristal o correr por el piso mojado. Actúa con prudencia.

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